2 Crónicas 7:14

Si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14

Señor, si ha habido un lugar que necesita de Tu sanidad, es este planeta. Los tiempos difíciles han caído sobre nosotros. Nuestros hogares necesitan sanidad ya que nuestras familias están fracturadas. Los padres se distancian de sus hijos, los hermanos ya no se hablan entre sí, los hijos se separan de sus padres, los matrimonios terminan de manera violenta, los niños son abusados y abandonados. Vemos quebranto en cada esquina.

Nuestras iglesias también necesitan sanidad. Las denominaciones pelean entre sí. Una iglesia rehúsa hablar con las personas de otra iglesia. Las divisiones son constantes. Las personas se ofenden y sufren con sentimientos de dolor; no quieren perdonar, hay amargura y culpabilidad. Hay pecado en la médula de cada conflicto sin resolver.

Oye nuestra oración Padre, mientras nos humillamos y buscamos Tu rostro. No permitas que haya más erosión. Impulsa nuestros corazones para que dejemos nuestros malos caminos, y así podamos escuchar de Ti, perdones nuestro pecado y sanes nuestra tierra. Comienza con cada uno de nosotros y logra esta sanidad espiritual de adentro hacia afuera. Oramos en el nombre del único que puede sanarnos, Jesús, nuestro Salvador. Amén.

Véase también 2 Crónicas 7:14; Jeremías 18:7-10; Santiago 4:10; 1 Pedro 5:6.

 AMISTAD

«La amistad es un árbol que nos cobija», escribió Samuel Taylor Coleridge. ¡Cuánta verdad hay en eso! Cuando los rayos de la adversidad nos queman, no hay nada como un árbol que nos cobije, un verdadero amigo que nos de alivio con su sombra refrescante.

Recuerdo los árboles en la vida de Pablo que lo ayudaron significativamente. Bernabé estuvo con él mientras todos lo abandonaron (Hechos 9:26-27; 11:25-26). También estuvo Silas, su compañero de viajes, entre otros, recorriendo esas millas solitarias (Hechos 15:40-41). Si agregamos al Dr. Lucas, Timoteo, Onesíforo, Epafrodito, Aquila y Priscila, encontramos un verdadero bosque de árboles que cobijan rodeando la vida de ese gran hombre.

¿Bajo cuales ramas se encuentra usted refrescándose? O mejor aún, ¿quién descansa bajo sus ramas? De vez en cuando me topo con almas independientes que descartan la idea de que él o ella necesita un abrigo así, sintiendo que los árboles son para los inmaduros, los bebés espirituales, aquellos que no han aprendido a confiar solamente en el Señor. Personas así me causan lástima porque me doy cuenta de que sus relaciones horizontales son invariablemente superficiales. Lo peor de todo es que sus últimos años en la tierra seguramente los pasarán de forma muy solitaria.

Ocupémonos en regar y cultivar nuestros árboles y hasta en sembrar algunos más. Cultivar una amistad requiere de tiempo. No olvide que uno necesita de varios árboles que dan abrigo cuando el calor aumenta y el viento comienza a soplar.

Pero debo recordarle que una amistad real, genuina, profunda y sólida es excesivamente rara. Ya sea que usted todavía esté buscando a través del bosque, o, como yo (gracias a Dios), usted está disfrutando hoy de la sombra y cobijo junto a unos árboles muy especiales dados por Dios.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.