Hechos 14:17

No dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría. —Hechos 14:17

EN LA TRANQUILIDAD DE ESTE MOMENTO, Padre celestial, reconocemos que Tú eres Dios de todas las estaciones. Ellas cambian con su ciclo cada año mientras que Tú te mantienes inmutable. Solo Tú, eres creador de toda la naturaleza—no hay tal cosa como madre naturaleza. Solo Tú has formado el mundo natural que nos rodea. No solo eres el Creador, sino que también eres nuestro Padre por medio de la fe en tu Hijo, Jesucristo.

Padre, venimos como Tus hijos a agradecerte por Tu maravillosa gracia en nuestras vidas; por Tu misericordia con nosotros en nuestra necesidad y por entendernos tal como somos. Hacemos una pausa para disfrutar los cambios de temporada, y también para dedicar nuestras vidas una vez más a Ti. Te agradecemos por el gozo que surge de conocer al Salvador, teniéndolo a Él como nuestro abogado y amigo—Aquel que intercede por nosotros, amándonos, preocupándose por nosotros y supliendo nuestras necesidades.

Gracias por Tu gracia, Padre, que nos das consuelo y guía en estas temporadas tan cambiantes. Sin embargo, sabemos que no hay nada que podamos ofrecerte que Tú necesites, excepto reafirmar nuestra dedicación a Ti. Este día es tuyo, oh Señor, la temporada también es Tuya y nuestros corazones por igual. Oramos todo esto, por medio de Cristo nuestro Salvador. Amén.

Véase también Daniel 2:21; Hebreos 13:8; Santiago 1:17.

 

EL DISEÑO Y EL DISEÑADOR

Recordemos algunos hechos fundamentales que ya han sido comprobados por la ciencia y que seguramente aprendimos en la secundaria. Todos estos se relacionan con el planeta donde vivimos.

El calor de la tierra viene del sol, cuya temperatura es de 6,649 grados Centígrados (12,000 grados Fahrenheit). Nos encontramos a cerca de 150 millones de kilómetros (93 millones de millas) de distancia que por cierto es la distancia adecuada. Si la temperatura de la tierra cambiará unos 50 grados más caliente o más fría, toda la vida del planeta dejaría de existir. ¿Por qué el sol tiene la temperatura que tiene? ¿Por qué no más o menos grados? ¿Por qué la tierra fue colocada exactamente a la distancia correcta para que nosotros podamos tener temperaturas placenteras en el otoño y en la primavera y no tan extremas en el verano o el invierno? Yo le diré por qué: Porque de otra manera, la vida perecería.

Otro hecho comprobado. Nuestro oxígeno constituye el 21 por ciento de la atmósfera. ¿Por qué no el 4 por ciento, o el 10 por ciento o el 50 por ciento? Pues bien, si fuese el 50 por ciento, la primera vez que alguien encendiera un fósforo, nos quemaría a todos.

¿Por qué digo todo esto? Dios diseñó este planeta para que pudiera proveer una cosa: vida. Sin la vida, la tierra sería otro planeta común. Sería como una boda sin la novia, un auto sin ruedas. ¿Por qué la vida? Porque sólo a través de la vida, las criaturas como nosotros podemos comprender a Dios y glorificar a nuestro hacedor. Sólo a través de la fe en el Señor Jesucristo lo que ha sido diseñado puede glorificar al Diseñador.

Si usted no hace ningún intento por conocer y glorificar a su Creador, necesito decirle que esa vida tiene consecuencias bien definidas y un destino ya fijado. Haga una pausa y medite en ese destino horrible, la separación eterna de su Diseñador.

La ciencia puede observar el diseño—el sol y las estaciones—pero solo a través de la fe se puede ver al Diseñador. ¿Está usted viéndolo?

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.