Juan 1:1

¿Alguna vez ha tenido una discusión con su mejor amigo/a o cónyuge que terminó en silencio? Pasan las horas como si fueran días en este tipo de distancia fría.

Ahora, imagínese cuatrocientos años de silencio.

Dios liberó a Israel de la esclavitud de Egipto y llevó a la nación a poseer la tierra prometida. Pero el pueblo no le fue fiel. Para advertir a Israel del castigo venidero, Dios envió a profetas que precedían sus frases con: «La palabra del Señor». Los profetas suplicaban a Israel que escuchara, pero Israel hizo oídos sordos. La idolatría erosionó la relación entre Dios e Israel, lo cual resultó en un reino fracturado y finalmente, el exilio y una ocupación extranjera de la tierra prometida. Malaquías fue el último profeta en hablar.

Y después. . . silencio.

Luego, como gotas de lluvia que se filtran en la tierra reseca, el Verbo limpió el polvo del silencio de cuatrocientos años. ¡Dios habló, no a través de un nuevo profeta, sino de Su propio Hijo, Jesucristo, el Verbo! El autor de Hebreos escribió: «Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo» (Hebreos 1:1–2, énfasis añadido).

Juan, en su evangelio, en su primera epístola y en el libro de Apocalipsis, describió a Jesús como el Verbo, o logos en griego, para que sus lectores, desde los judíos devotos que conocían la narración de la creación en Génesis hasta los estudiantes gentiles de cosmología griega, creyeran en Jesús como Dios Hijo, el punto central de toda la creación.

El Verbo está relacionado con la verdad. Incluso hoy en día, cuando alguien asegura a otra persona de su intención de hacer algo en un futuro, dice: «Te doy mi palabra». La vida de Jesús es prueba de que Dios cumple Su palabra. Por ejemplo, Dios cumple las profecías del Antiguo Testamento relacionadas con Su Hijo Jesús, el Mesías: nació en Belén (Miqueas 5:2) de una virgen (Isaías 7:14), Su descendencia viene de la tribu de Judá (Génesis 49:10), Él fue crucificado (Zacarías 12:10) y resucitó de nuevo (Salmos 49:15). Jesús cumplió cientos de profecías relacionadas con el Mesías tal y como decían varios salmistas y profetas unidos por una base: la Palabra del Señor.

El Verbo está relacionado con la creación. En el primer capítulo de Juan, el apóstol reflejaba el relato de Génesis 1, abriendo el camino para quién estuvo ahí desde el principio.

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y
el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas
las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo
que ha sido hecho, fue hecho. (Juan 1:1–3, LBLA)

Estos tres versículos tienen mucha teología que afirman que Jesús es eterno. Él estaba presente en el principio de los tiempos y como Él es eterno, Él no tiene principio ni fin. Jesús no solo estaba presente con Dios, sino que es Dios. Jesús es el Creador activo, el catalista, el artista, la causa primera de la creación.

Él lo hizo todo (Colosenses 1:16–17). Hay una simetría hermosa entre la narración de Génesis donde Dios dice: «Sea la luz» y Juan 1 cuando se llama a Jesús el Verbo. Jesús es tanto el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento como el responsable de cómo se hizo la creación.

Juan 1:14 dice que el Verbo «se hizo carne» y habitó con nosotros. Él, quien era inmortal, se hizo carne, dejó Su trono de gloria para estar con nosotros. En esencia, se hizo hombre para ser Emanuel, «Dios con nosotros», para que a través de Él pudiéramos leer el corazón de Dios, no de mano de los profetas, sino directamente de Su Hijo, el Verbo.

Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.