Jonás 1-4

Para empezar de nuevo, uno necesita saber dónde se encuentra. Para llegar a otra parte, es necesario saber el lugar en que se está parado ahora. Eso es cierto en un almacén o una iglesia grande, en la carretera o en un terreno universitario. . . o en la vida, también. Es muy, pero muy infrecuente que alguien llegue a encontrarse «de casualidad» justo en el camino correcto. El proceso que involucra redirigir nuestras vidas suele ser doloroso, lento y a veces confuso. En ocasiones, parece inaguantable.

Considere el caso de Jonás. (A nadie más le interesaba). Él era prejuiciado, intolerante, porfiado, abiertamente rebelde y espiritualmente insensible. Otros profetas corrían hacia el Señor. Él corría para alejarse de Él. Otros declaraban las promesas de Dios con entusiasmo. No así Jonás. Él tenía la misma motivación que un oso pardo de doscientos setenta kilos en pleno invierno.

En algún momento, las direcciones internas del profeta quedaron con los cables cruzados. Acabó, de todos los lugares posibles, en un barco sobre el mar Mediterráneo encaminado hacia un lugar llamado Tarsis. Eso se hallaba directo hacia el occidente. Dios le había dicho que fuera a Nínive. Eso era directo hacia el oriente. Pero Jonás nunca llegó a Tarsis, como usted recordará. A través de una serie de eventos traumáticos, Jonás comenzó a poner sus pensamientos en orden estando dentro del tracto digestivo de un pez inmenso.

¡Qué lugar para empezar de nuevo! Chapoteando en alga marina y jugos gástricos dentro de ese monstruo, tratando de prender un fósforo para encontrar una salida, Jonás hizo un largo y honesto análisis de su corta y deshonesta vida. Por primera vez en mucho tiempo, el profeta reavivó su vida de oración. Gritó pidiendo misericordia. Recitó salmos. Le prometió al Señor que cumpliría su voto y que retomaría el rumbo correcto. Solo había una criatura en toda la tierra que se sentía más enferma que Jonás—el pez, en cuya barriga bramaba Jonás. Arriba vino el profeta, quien tocó tierra con los pies corriendo—hacia Nínive.

Cambiar de dirección requiere saber dónde usted se encuentra. Es necesario tomar tiempo para admitir con honestidad su situación actual. Significa que hay que enfrentar la realidad, pararse solo dentro del pez y ponerse a cuentas con aquellas cosas que necesitan atención, buscando un fósforo en medio de las algas marinas. Antes de encontrar la salida, usted debe determinar en dónde se encuentra. De manera precisa. Una vez que ha logrado eso, estará listo para empezar de nuevo. Mañana hablaremos más sobre eso.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.