Génesis 49: 1-33

A pesar de su edad y su fragilidad, la memoria de Jacob era impresionante. Podía nombrar a cada uno de sus hijos, describir su naturaleza individual y recordar con detalles pertinentes la vida que habían tenido. Aunque no siempre los había disciplinado debidamente o con acierto, conocía bien a sus hijos. Sin duda, el Señor lo ayudó en este emotivo momento de su vida, dándole una visión profética a este anciano padre. Desde el primogénito, Rubén, hasta el más joven, Benjamín, Jacob bendijo no solo a sus hijos sino también a las doce tribus que descenderían de ellos.

Después de esto, Jacob les dio instrucciones específicas en cuanto a dónde sería sepultado, de acuerdo con la promesa que José le había hecho antes. Luego están estas hermosas palabras: «Cuando acabó de dar instrucciones a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró. Y fue reunido con sus padres». (Génesis 49:33).

Quienes tienen una esperanza eterna, aunque se aflijan por la pérdida instantánea que producen la muerte y la dolorosa ausencia posterior, deben recordar y ser consolados por el conocimiento de que, cuando un creyente parte de este mundo, va al lugar de los santos. Como dice el texto, Jacob «fue reunido con sus padres». Ausente del cuerpo, pero cara a cara con el Señor. ¡qué sencillo pero qué sagrado momento! Con un último y tranquilo suspiro, el anciano patriarca pasó a engrosar las filas eternas.

John Donn, poeta del siglo XVII, quien no solamente fue uno de los grandes poetas de Inglaterra, sino también uno de sus más celebres predicadores, escribe con elocuencia acerca de la muerte, lo siguiente:

Toda la humanidad es un Autor, y es un libro; cuando un hombre muere, no se arranca un capítulo del libro, sino que es traducido a un mejor idioma; y cada capítulo debe ser traducido. Dios empela a varios traductores: algunas partes son traducidas por la edad, algunas por la enfermedad, algunas por la guerra, algunas por la justicia; pero la mano de Dios está en todas las traducciones; y su mano unirá todas nuestras hojas dispersas de nuevo para esa biblioteca donde cada libro estará abierto para el otro.

Dios cambia la vida de una persona después de la muerte, y solo entonces podemos medir el impacto de esa vida.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.