Génesis 50:1-21
José les preguntó a sus hermanos: «¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios?» De haber sido él un hombre de menos valía, pudiera haber jugado a ser «el rey de la montaña» y haber hecho el papel de Dios. «Los asesinos de la gracia» hacen eso. Explotan el poder que tienen sobre los demás. Realizan un juego cruel e injusto cuando arrinconan a alguien, sobre todo a alguien vulnerable y que está a merced de ellos.
José se negó a hacer eso. No lo hizo anteriormente en la reunión que tuvieron, y tampoco lo hace ahora. Por su desobediencia a Dios, estaba impedido pues tenía sentimientos de tierna misericordia al comunicar la gracia de Dios. «¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios?», les preguntó a sus hermanos. Lo que en realidad estaba diciendo es: «Hermanos, escúchenme. Vamos a aclarar esto por última vez. Sé lo que ustedes hicieron , y sé lo que se proponían. Sé que querían hacerme daño. ¿De acuerdo? Yo sé todo eso. Ese era el plan de ustedes. Pero Dios tenía otros planes, y Él convirtió los resultados de sus malas intenciones en algo bueno. Hubo un tiempo cuando yo no entendía todo eso, pero eso ya quedó, y hace tiempo, en el pasado. Entiendan bien esto: Dios lo encaminó para bien». José nunca se mostró tan grandioso como en este momento de su vida. Como diría Churchill, fue su «hora de gloria».
Tenga cuidado con su corazón cuando tenga el poder de poner la culpa sobre otros. Niéguese a recordar a los demás los desastres que han cometido. Recuerde al padre del hijo pródigo. Pero, mejor aún, recuerde a José: «No tengáis miedo», les dijo bondadosamente para tranquilizarlos. «Yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos».
Me encantan las palabras del himno de George Robinson: Led by grace that love to know (Dirigido por la gracia para dar a conocer el amor). Es especialmente pertinente aquí, porque describe a la perfección a José, quien, al igual que Cristo, tuvo un amor eterno.
José fue dirigido por la gracia. Habló con gracia. Perdonó por gracia. Olvidó por gracia. Amó por gracia. Recordó por gracia. Proveyó por gracia. A causa de la gracia, cuando sus hermanos se inclinaron delante de él, atemorizados, pudo decirles: «¡Levántense! ¡Dios lo encaminó todo para bien!».
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.