Tito 2:11-13

Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús. —Tito 2:11-13

 

PADRE, MUÉSTRANOS NUEVAMENTE la esperanza que hay en el Salvador. Calma nuestras mentes ansiosas para que no teman lo que no hay razón para temer.

Queremos pedirte algo para aquellos que viven con una falsa seguridad y se apoyan en su sofisticación; para aquellos que piensan: «Algún día me encargaré de esto», hazles darse cuenta de su error. No les permitas alivio ni paz hasta que Tu Espíritu, los haga arrodillarse ante Ti… y ellos puedan ser traídos a la fe en ti. Dirige su esperanza a la única fuente de esperanza en el mundo: Jesucristo.

Gracias por la esperanza que Tu pueblo tiene por medio del Salvador. No permitas que nos hagamos indiferentes y nos aislemos de los incrédulos. Por el contrario, ayúdanos a ser personas sensibles, conscientes y listas para ayudar. Danos una actitud compasiva y una disposición para servir. Permite que Tu esperanza penetre los lugares más profundos de nuestra alma. Y mientras el conocimiento acerca del pronto retorno de Jesús crece dentro de nosotros, impúlsanos a ser personas que vivan esa esperanza—por nosotros, por otros, y por ti. Te agradecemos por la verdad y la forma en que ésta nos libera del error y de los temores infundados. Ayúdanos para que no seamos indiferentes a la desesperación de los que están alrededor de nosotros. Ayúdanos a reconocer las muchas necesidades a través del mundo. Oramos en el nombre compasivo de Jesús. Amén.

Véase también Salmos 31:24; 42:5; Proverbios 24:14; Romanos 5:4-5.

 

LA ESPERANZA DEL DÍA DE RESURRECCIÓN

La Semana Santa siempre trae el recuerdo refrescante de que hay vida más allá de esta. Una verdadera vida. La vida eterna. La vida gloriosa.

Hay personas que viven sin esperanza. Ellas necesitan una transfusión genuina de esperanza. La Semana Santa la tiene.

Existen aquellos que sufren por la pérdida reciente de un ser querido.

La muerte vino como ladrón llevándose una presencia atesorada y dejando recuerdos vacíos. ¿Qué es lo que falta allí? Esperanza. No hay nada como la Semana Santa para recordarnos eso.

No puedo explicar lo que ocurre ni tampoco intento hacerlo. La realidad es que hay algo terapéutico, magnífico y especial en el Día de la Resurrección.

Los cristianos se reúnen en sus templos, elevan sus voces en adoración al Redentor resucitado, y proclaman «¡Él ha resucitado!» Cuando eso sucede, el príncipe de la oscuridad y los demonios del infierno se paralizan temporalmente.

Cuando los pastores predican los hechos innegables e inmutables de la resurrección corporal y milagrosa de Jesús, así como la seguridad de nuestra resurrección, el mensaje vacío de los escépticos y los cínicos se silencia momentáneamente. Una fuente de poder casi misteriosa fluye dentro de nosotros. Los beneficios son innumerables. Los siguientes son algunos:

  • Nuestros temores se disipan y se van.
  • Nuestro dolor por los que se han ido disminuye.
  • Nuestro deseo de seguir adelante a pesar de los obstáculos se rejuvenece.
  • Nuestras diferencias de opinión se eclipsan gracias a nuestra misma fe.
  • Nuestra identidad como cristianos se refuerza al recordar la gran cantidad de santos a través de los siglos que responden a nuestros cantos diciendo: «¡Ciertamente, Él ha resucitado!».

Durante el Domingo de Resurrección, una transfusión poderosa de esperanza nos espera. Eso ocurre cada año. ¡Aleluya!

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.