2 Reyes 4:8–37; 8:1–6

En el pueblo de Sunem vivía una mujer que vio al profeta Eliseo caminar un día e insistió en que descansara y comiera en su hogar. Finalmente, la mujer sunamita y su esposo construyeron una pequeña habitación para Eliseo en su casa donde podía descansar de sus viajes. Agradecido por su ministerio, Eliseo oró para que Dios bendijera a esta mujer infértil con un hijo.

Muchos años después, cuando el niño era lo suficientemente mayor como para trabajar en el campo, sufrió un dolor de cabeza, seguramente una insolación, y murió un poco rato después. La mujer corrió a ver al profeta. Primero, se encontró con el siervo de Eliseo y le dijo que todo estaba bien (una gran muestra de confianza en que Dios y Su profeta Eliseo mostrarían misericordia). Al encontrarse con Eliseo, se echó a sus pies, y en lugar de quejarse o reprenderlo, le preguntó si acaso ella había pedido un hijo. Al entender que algo había pasado, Eliseo fue y resucitó al niño de los muertos.

La fe de la mujer sunamita fue lo que Dios usó para traer esta bendición a su familia, primero dándole un hijo y luego resucitando al niño de los muertos. La mujer sunamita entendió la importancia de perseverar en la fe sin importar las circunstancias de la vida. Su fe le enseñó a mirar no solo a sus propias necesidades, sino también a las necesidades de los demás. Y cuando las circunstancias de la vida se volvieron en su contra, en lugar de confiar en sí misma, siguió practicando el mirar hacia arriba y confiar en su Señor y en el profeta Eliseo. Ella perseveró en su fe en los buenos y en los malos tiempos.

Este es el tipo de confianza que necesitamos y deseamos, ¿verdad? El tipo de convicción que se practica y persevera pase lo que pase en la vida. La fe es lo que nos impulsa al cuidar de las necesidades de los demás. Trata con las pruebas de la vida que seguramente vendrán. Esta fe que todos deseamos y deberíamos buscar es la misma devoción al que el apóstol Santiago nos llamó, una fe madura que se demuestra con acciones, sin importar las circunstancias de nuestra vida (Santiago 2:23).

Adaptado del libro, Las Sabias y las Audaces. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.