Isaías 40:31

Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas.
Isaías 40:31

Nos precipitamos cuando no esperamos en el Señor. Nos adelantamos y hacemos cosas precipitadas. Disparamos desde la funda. Movemos la lengua, diciendo cosas que luego lamentamos. Pero cuando hemos esperado lo suficiente en el Señor, tenemos control completo de nuestro espíritu. En tales momentos somos como un guante, y la mano de Dios nos mueve a dondequiera que Él desea . . .

Cuando uno espera en el Señor, no tiene que sentarse en una esquina contemplándose el ombligo, ni andar de un lado a otro ensimismado tarareando una «dulce oración». No hay que ponerse un manto y vivir en una choza en el Tíbet durante el invierno. A veces, por supuesto, es preciso sentarse en calma, uno solo, a solas con el Señor para tener un tiempo de quietud. La soledad y el silencio son maravillosos cuando nutren nuestras almas. Pero en su mayor parte uno tiene que seguir con la tarea. Uno avanza y sigue con las actividades regulares. Uno simplemente se enfoca más plenamente en el Señor en de todo. Uno se mantiene preocupado con Él. Piensa los pensamientos de Dios . . . Alimenta el alma con el maná de Dios.

Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.