Hechos 14: 1—20

Una oración en el diario de James Gilmore, misionero pionero en Mongolia, ha permanecido conmigo desde el primer día que la leí. Después de muchos años de dura labor por la causa de Cristo en esa necesita tierra, escribió: «No he visto ningún resultado en forma de personas convertidas. No he visto a nadie, hasta donde soy consciente, que siquiera haya deseado ser cristiano».

Permítame añadir un poco más de realismo a esas palabras, llevándole un poco más atrás a una anotación que hizo Gilmore en su diario en los primeros días de su ministerio, en ellos expresan sus sueños y sus cargas por el pueblo de Mongolia. En su diario, y escrito con su puño y letra, están estos sueños: «Varias cabañas a la vista. ¿Qué podré decirles a estas personas? Oh, Señor, dime por medio de tu Espíritu cómo debo vivir ante ellos, y cómo debo prepararme para enseñarles la vida y el amor de Jesucristo».

Esas eran sus esperanzas. Deseaba alcanzar a los perdidos de Mongolia con el Evangelio de Jesucristo. Qué diferente fue lo que escribió muchos años después: «¡No he visto a nadie, hasta donde soy consciente, que siquiera haya deseado ser cristiano!»

¿Qué sucedió en el intermedio? Supo lo que es el filoso borde de un ministerio auténtico. Cuando yo escribo sobre el éxito en la obra del Señor, no estoy prometiendo éxito tal como lo definimos en términos humanos. No estoy diciendo que por ser usted fiel en la proclamación de la palabra de Dios su Iglesia estará llena de bote a bote. Algunos de los siervos más fieles del Señor están sirviendo con abnegación en lugares donde su Iglesia no está creciendo. Una gran tentación que tienen los que están en esos lugares tan difíciles es buscar hacer otra cosa que les prometa resultados más visibles. No haga eso. Persevere dónde está ahora, recuerde, Dios está en actividad.

¿Está usted preparándose para una vida en el ministerio? ¿El pensar en pararse frente a multitudes de personas y presentar la Palabra de Dios con pasión y convicción le resulta atractivo a su sentido de aventura? Entonces necesito hacerle otra pregunta: ¿Hay otra cosa en este mundo que le produciría más agrado? Si es así, dedíquese a eso, sin ninguna vacilación.

Pero sí sabe que el Señor le ha llamado a su obra, y usted no se sentiría feliz haciendo otra cosa, entonces atienda a ese llamado y nunca miré hacia atrás, aunque los resultados le parezcan decepcionantes.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.