Libro de Rut
La vida es dolorosa.
No importa el siglo en que vivamos, siempre hay momentos en que vivimos circunstancias que no queremos vivir. Las personas mueren. Vienen momentos de crisis. Se pierde la esperanza, y cuando se calma la tormenta, nos sentimos solos. Heridos y solos.
Así se sintió Noemí: estaba lejos de casa, quedó viuda y perdió a sus dos hijos. El único gozo en su vida era su nuera, Rut. Que también quedó viuda. También sentía desesperación en un mundo que era duro con las mujeres que estaban solas.
Imagínese la escena: dos mujeres caminando en el calor del desierto. Una mayor y hecha pedazos. La otra joven y con el corazón roto. Una caminó de vuelta a casa en Belén. Otra dejando su hogar en Moab. Una ofreciendo amablemente a su joven nuera que se quede ahí. La otra amablemente ofreciendo su lealtad y quedándose con ella.
Ninguna de ellas podría haber soñado con la ilustración que Dios estaba haciendo de sus vidas ni podrían imaginar la provisión de Dios del otro lado del desierto. Solo tenían al Señor para proveer lo que necesitaban y ya tenía los detalles de su rescate en su lugar.
Para Noemí, el rescate era comida, agua y un hogar. Era una familia y amigos. Noemí necesitaba sanar. Volvió a su pueblo quebrantada y amargada y dijo: «Me fui llena, pero el Señor me ha traído vacía a casa» (Rut 1:21).
Para Rut, el rescate implicaba mucho más. Lo que parecía una tragedia en la vida de esta joven viuda fue en realidad un paso en el camino que la llevó a la fe en Dios.
En ningún momento en todas estas pruebas se resistió o endureció. Su corazón permaneció abierto, aunque estuviera roto. Aceptó la guía de Noemí al volver a Belén y luego siguió su consejo sobre cómo encajar en la nueva cultura, incluso en cómo captar la atención de Booz, quien sería su pariente redentor.
Esta historia acabó con un final más feliz de lo que podrían haber imaginado. El matrimonio de Rut y Booz, un cuento romántico, que acabó apareciendo en la Biblia. Su hijo Obed (el brillo de los ojos de su abuela Noemí) acabó siendo el abuelo del rey David, el linaje del que nacería Jesús.
¿Quién habría adivinado que, en el momento más oscuro de la vida de Rut, la gracia de Dios brillaría más fuerte? Cuando más dolía su vida, Él redimió su pérdida y proveyó no solo para cubrir su necesidad inmediata sino también su salvación. . . además de tener un lugar de honor en el linaje del Salvador del mundo.
Adaptado del libro, Las Sabias y las Audaces. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.