1 Samuel 1:1–28
El viaje de veinticuatro kilómetros de Ramá a Silo se hacía en un día. Pero seguro que a Ana le parecieron semanas.
La otra esposa de su esposo parloteaba incesantemente a sus hijos lo suficientemente fuerte para que Ana lo oyera. El sentimiento de superioridad solo añadía más peso a la carga silenciosa que llevaba Ana. Sus brazos vacíos anhelaban un hijo, y como la otra esposa tenía hijos, el problema de Ana era obvio para todos: Dios había cerrado su vientre.
Miraba al camino debajo de sus sandalias. Siglos antes, este camino había sido pisado por los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, quienes también tenían esposas que no podían tener hijos. Pensar en sus concepciones milagrosas puede que despertara esperanza en el corazón de Ana. Silo era el lugar donde iba a adorar. Ana estaba decidida a pedirle a Dios un hijo.
Llegó hasta el tabernáculo donde detrás de varias cortinas brillaba la presencia de Dios. Acercándose a la puerta, dijo las palabras en su mente. Y con lágrimas en sus ojos, hizo su petición (1 Samuel 1:11).
Después de que Ana y su esposo volvieran a Ramá, Dios le dio un hijo: Samuel. Cuando lo destetó, Ana viajó de nuevo a Silo para entregar a Samuel al servicio de Dios, tal y como había prometido en su oración al Señor. Tras poner al niño bajo el cuidado del sacerdote Elí, Ana volvió a casa con los brazos vacíos.
Aunque Ana veía a Samuel cada año, debe haber sido desgarrador dejar a su hijo a quien había cuidado cada día por tres años. Aun así, ella sabía desde el principio que ese día llegaría pues había prometido dar a su hijo para el servicio de Dios. No podía quedarse con Samuel. En realidad, los padres no deben quedarse con ningún hijo.
El soltar a Samuel revela la actitud que todos los padres piadosos deben tener. Dios nos da hijos para que se los devolvamos a Él. Los hijos y las hijas son como flechas que apuntamos. . . y soltamos (Salmos 127:3–5).
Al rendir un hijo a los propósitos de Dios, el padre humilde no se arrodilla en señal de derrota, sino, igual que Ana, en señal de adoración.
Adaptado del libro, Las Sabias y las Audaces. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.