Marcos 10:45
Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. —Marcos 10:45
ES ALGO MARAVILLOSO, Señor, estar a Tu servicio. Es más fácil dirigir una compañía o una gran corporación que servir al cuerpo de Cristo. Como humanos vemos las apariencias externas pero Tú miras el corazón. Nosotros gratificamos los logros que todos notan, pero Tú gratificas esas cosas que nadie conoce. Tú recompensas los motivos que hay detrás de las acciones. Recompensas la generosidad que no se anuncia públicamente. Gratificas el sacrificio, el cual es el modus operandi de un verdadero siervo. Y por ello, Padre, te agradecemos por el gozo de servirte; de apoyar Tu obra; de creer en el ministerio; de creer en Ti con todo nuestro corazón y de no apoyarnos en nuestra propia comprensión.
Señor, guíanos. Nuestro deseo es servirte con calidad, autenticidad, humildad, gracia, misericordia y compasión. Deseamos poder servirte mejor con obras antes que con palabras. Ayúdanos a ser personas que tengan compasión por todo el mundo, no solo por nuestro vecindario. Aléjanos de las acciones de la carne, de decisiones insensatas, de acciones irracionales, de reacciones impacientes y de motivos egoístas. Señor, Tu reputación está en juego, no la nuestra. Te tenemos en muy alta estima. Nuestro deseo es conocer a Cristo de manera íntima y al conocerle ejemplificar su vida de servicio de una manera genuina.
Oramos esto en Su nombre. Amén.
Véase también Isaías 32:17; Romanos 12:1; Efesios 2:8-10; 1 Timoteo 1:12.
SOLO PORQUE USTED SE INTERESA
Era una noche fría cuando el senador demócrata, John Stennis, viajaba desde el Capitolio a su casa en el noroeste de Washington. A las 7:40 p.m. Stennis estacionó su auto y comenzó a caminar hacia su casa que estaba a unos veinte metros de distancia. De pronto, dos ladrones le aparecieron de frente. Uno de ellos tenía una pistola calibre veintidós con la que le apuntaba, mientras tanto el otro le quitaba la cartera, el reloj de oro, y algunas monedas que traía. No solo lo asaltaron, sino que también le dispararon dos veces. El primer disparo le atravesó el estómago. El segundo en el muslo izquierdo. Los asaltantes huyeron escondiéndose en la oscuridad de la noche mientras que Stennis se arrastraba hasta su casa.
El senador republicano, Mark Hatfield escuchó la noticia por la radio mientras viajaba en su auto. Aun cuando ambos tenían diferentes convicciones políticas, Hatfield se apresuró al hospital para verlo. Mientras esperaba para verlo, se dio cuenta de que no había suficiente personal, se fijó que el conmutador estaba sin atenderse y él voluntariamente se puso a trabajar contestando llamadas. Nunca le dio a nadie su nombre, porque sabía que tal vez alguien sospecharía de algún motivo político. Simplemente decía que era un privilegio para él ayudar a alguien a quien respetaba.
Esa historia ocurrió hace varios años, pero sigue siendo un ejemplo impactante para nosotros los cristianos. Las preferencias personales y las convicciones pueden variar aun dentro de los miembros del cuerpo de Cristo pero tenemos algo que nos une. Se trata del amor genuino que se expresa asimismo en compasión, disposición para apoyar y en la medida de lo posible, ayudarnos mutuamente. ¿Qué se necesita para eso? Estar libre de rencores, del deseo de venganza o prejuicio. Debemos tener compasión por las personas en necesidad—sin importar las diferencias de opinión—y ayudarlas mostrando una sólida madurez cristiana. Solo porque usted se interesa.
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.