Juan 8:7-11

Pero como insistía en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: «el que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Pero al oír ellos esto se fueron retirando una uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, le dijo: mujer ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella respondió: ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: yo tampoco te condeno. Vete; desde ahora no peques más». —Juan 8:7-11

 

ESTAMOS AGRADECIDOS, PADRE, que Tu Hijo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores al arrepentimiento. Por Tu gracia, has invitado a personas que son imperfectas, pecadoras; que tienen todas las razones para sentirse avergonzados, fracasados; que son culpables de hacer lo malo. Los has invitado para que te conozcan y encuentren alivio de sus cargas; que tengan una esperanza más allá del presente y un alivio de la vergüenza.

La auto condenación por algo que hemos hecho mal nos hace olvidar frecuentemente que no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús. Así que oramos, Padre, para que atraigas a Ti a aquellos que no han encontrado la forma de callar a sus acusadores internos—esos pensamientos que los condenan como un juez y jurado. La tragedia es que, cuando escuchamos esos pensamientos,  pensamos que son ciertos. Ayúdanos a dar los primeros pasos hacia el alivio. Que podamos encontrar el gozo de vivir por la gracia de la obra realizada por Jesucristo, nuestro Salvador. Oramos esto en el nombre de Jesús. Amén.

Véase también Sofonías 3:19; Lucas 5:32; Romanos 8:1, 33-34

 

DIOS AMA LO QUE VERDADERAMENTE SOMOS

La cima de una montaña nevada puede parecer hermosa a la distancia, pero cuando usted se acerca, usted ve una escena totalmente diferente. Detrás de esa belleza hay vientos fuertes, un frío amargo, nieve que ciega, grandes rocas, caminos llenos de hielo, temor y peligros indescriptibles. La distancia es la que alimenta nuestra fantasía. Una cadena montañosa se ven más hermosa desde una calle iluminada por el sol a ciento veinte kilómetros de distancia.

De la misma forma, nosotros también somos personas hermosas cuando nos ven de lejos. Nos vestimos bien, tenemos una sonrisa agradable, una apariencia amigable, buena educación, todo parece estar bajo control y en paz. ¡Pero una imagen completamente diferente se muestra cuando alguien se acerca y nos conoce! Aquello que primeramente parecía placentero realmente es una mezcla de inseguridad e incertidumbre, lujuria ensordecedora, ambición, egoísmo y sendas de arrogancia cubiertas por una capa de hipocresía. Todo ello envuelto en una nube de temor a que nos descubran. A la distancia parece que deslumbramos… pero de cerca, todo se ve empañado.  Júntenos en grupo y parecemos una impresionante cordillera montañosa a los viajeros, pero una vez que se acercan a nosotros y ven nuestras oscuras grietas… dejamos de vernos tan atractivos como los Alpes.

Estoy convencido de que esa es la razón por la cual el Señor significa tanto para nosotros. Él examina nuestros senderos. Conoce todos nuestros caminos. La oscuridad y la luz no son diferentes para Él. Ninguno de nosotros puede esconderse de Su mirada. Todas las cosas están abiertas y expuestas ante Él. Nuestro secreto más oscuro, nuestra vergüenza más profunda, nuestro pasado tormentoso, nuestro peor pensamiento, nuestra motivación escondida, nuestra imaginación vil y hasta nuestros intentos vanos de cubrir la fealdad con una belleza fingida. Él lo ve todo. Él conoce todo nuestro ser. Recuerda que somos polvo pero asombrosamente, nos sigue amando.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.