Hechos 16: 16—40; Filipenses 1: 12—18

Pablo tenía una actitud de genuina acción de gracias. «Perseverad siempre en la oración, vigilando en ella con acción de gracias. A la vez, orar también por nosotros, a fin de que el Señor nos abra una puerta para la palabra, para comunicar el misterio de Cristo, por lo cual estoy a un preso. Orad para que yo lo presenté con claridad, como me es preciso hablar» (Colosenses 4:2-4).

Aquí tenemos a un hombre sesentón qué está pidiendo oraciones para comunicar con claridad el mensaje, a pesar de haber estado predicando durante años. No hay ninguna hipocresía en Pablo. Ninguna cantidad de éxito o número de años en el ministerio le daban la falsa sensación de un desempeño perfecto. Él sabía que todavía no lo había logrado. Estaba convencido de que podía mejorar su predicación. Por eso, con un corazón genuinamente agradecido ruega las oraciones de sus hermanos creyentes. ¿Puede usted ver la importancia de esa clase de actitud? Eso es algo muy reconfortante.

No es de extrañarse qué Pablo tuviera una influencia tan duradera para Cristo. Su secreto se ve en cada una de sus epístolas. Había aprendido a tener contentamiento en todas las cosas. Pero no podemos dejar que la tinta de esas verdades se quede solo en el papel. Debemos hacer nuestro el mismo secreto si queremos tener la misma influencia duradera. Aquí cabe una reflexión personal.

Quitemos el proyector del hombre que está en Roma, y dirijamos lo a usted, en la situación que se encuentra ahora mismo. ¿Está usted marcando una diferencia en las vidas de quienes le rodean por la manera como responde a sus circunstancias? ¿Están siendo inspiradas otras personas por su fe, o se sienten desilusionadas por sus temores? ¿Son evidentes en usted, por la manera como responde a las circunstancias, las actitudes de abnegada humildad, de gozosa aceptación, de firme determinación y de genuina acción de gracias? quizás sea el momento de que haga algunos cambios. Veamos si podemos ayudarle.

Comience por rechazar que su situación determine su actitud. Si su actitud prevalece sobre su situación, comenzará en realidad una transformación. Como vimos en Pablo, el poder para transformar una terca actitud de temor y rencor, de ira y derrota, proviene de Cristo. el Señor y Dios nuestro está listo para derramar su poder en usted. Sólo Él tiene el poder para librarle de estos implacables enemigos, y para hacer que usted se remonte a las alturas.

Mantenga una actitud de genuina acción de gracias.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.