Dios le da a un pastor un cónyuge de por vida, sabiendo muy bien que tomará tiempo para cultivar esa relación. Lamentablemente, vivimos en los tiempos que muchos piensan que si nuestras actividades no toman lugar en la iglesia, carece de devoción a Jesús.
Como pastores, podemos creer esa mentira si continuamente no nos guardamos de ella. Lo opuesto es la verdad.
Cuando le damos tiempo a nuestro cónyuge, estamos demostrando nuestra devoción a Cristo. No creo que nos estamos perdiendo de algo que Dios tiene que hagamos en la iglesia.
Uno de mis atesorados mentores, el finado Dr. Howard Hendricks, una vez dijo lo siguiente:
«Su matrimonio hará o afectará su ministerio».
Me ha tomado años entender esta declaración tan significativa. . . y aún sigo aprendiendo las verdades de estas implicaciones.
Un pasaje que hemos leído varias veces, tal vez hemos predicado, también aplica para aquellos de nosotros involucrados en el ministerio:
«Pero el casado tiene que pensar en sus responsabilidades terrenales y en cómo agradar a su esposa; sus intereses están divididos». (1 Corintios 7:33-34)
¿El pasar tiempo con su cónyuge lo quita tiempo con Dios y su obra para Dios? En una palabra: sí.
Y debería.