A todas las mujeres que están en una incesante búsqueda de amor; que tal vez han comprometido sus valores o se han conformado con menos: ¿Se pregunta usted si alguien en realidad podría amarla?
Conozca a Jesús junto a un pozo.
Era pleno mediodía, en un día de mucho calor. Jesús esperaba junto al pozo de Jacob a la única mujer que venía caminando por el sendero desierto. Nadie iba al pozo al calor del día. Jesús había enviado a Sus doce discípulos a la ciudad para comprar comida, de modo que la conversación entre Él y esta mujer pudiera ser privada. Ella era una mujer del lado errado de una decisión moral, atrapada en una situación de pecado. . . y toda la ciudad lo sabía. El viento seco del Oriente Medio bien podría haber soplado atravesando su espíritu quebrantado.
La aturdió que Jesús le hablara; ¡un judío justo hablándole a una mujer y encima de todo, samaritana! Y Él le había pedido a ella un poco de agua, cuando ambos sabían que ella era la que se moría de sed espiritual. Ella había bebido todo lo que el mundo tenía para ofrecerle, y había acabado como si tuviera la boca llena de arena.
Con el cántaro listo, ella se dio la vuelta y se atrevió a alzar los ojos a los de Él mientras Él le decía: «pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás» (Juan 4:14). Ella le dio a Él agua . . . Él le ofreció a ella vida eterna.
¿Podría ser Él el Mesías por tanto tiempo esperado? Ella necesitaba pruebas.
Entonces Él le dijo a ella todo lo que ella había hecho buscando amor. Cosas dolorosas y privadas.
¿Cómo podía Él saber eso?
Pero Él lo dijo todo sin avergonzarla; una aceptación a la que ella no estaba acostumbrada. Ella jamás había conocido esta clase de transparencia; un amor que la vio tan verdaderamente y le habló tan sinceramente, y con todo le ofreció misericordia tan generosamente.
Cuando los discípulos volvieron a donde estaba Jesús, le trajeron Su almuerzo. Sin embargo, cuando la samaritana le contó a la gente en cuanto al amor que había hallado junto al pozo, trajo consigo a todo el pueblo adonde estaba Jesús.
¿Alguna vez se pregunta si usted pudiera ser amada de esa manera? Usted puede. Haga más que encontrarse con Jesús; conózcalo.
Adaptado del libro Descubra su valor como mujer. Copyright © 2009 por Charles R. Swindoll, Inc.