Seré franco con usted, no he encontrado en ninguna otra parte de la Biblia, lo que Dios me reveló en la segunda mitad de la carta de 2 Corintios 4:10-11:
Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo. Pues a nosotros, los que vivimos, siempre se nos entrega a la muerte por causa de Jesús, para que también Su vida se manifieste en nuestro cuerpo mortal. (NVI)
¿Puede observar la recompensa temporal entretejida en las líneas de estos versículos? Es esta: la consciencia tranquila de que la vida de Cristo está siendo modelada.
En parte es esto lo que Pablo quiso decir cuando escribió, «para que también Su vida se manifieste en nuestro cuerpo». Francamente muy pocas recompensas son tan gratificantes y alentadoras como la profunda realización de nuestras acciones (y los motivos detrás de ellas), pues son expresiones visibles de Cristo a otros.
Todo esto es por el bien de ustedes, para que la gracia que está alcanzando a más y más personas haga abundar la acción de gracias para la gloria de Dios. (2 Corintios 4:15, NVI)
Nuestras acciones son visibles. El Señor se para al frente y nos dice que cuando usted y yo tomamos el papel de siervos, se desarrolla la realización gozosa de un espíritu agradecido que está siendo estimulado.
Y, por favor note que en el versículo 15, la gloria es para Dios. ¡Y rebosa!