Laurence J. Peter y yo somos buenos amigos. No, en realidad, nunca nos hemos visto personalmente, pero hemos conversado numerosas veces. Nunca nos hemos estrechado la mano, pero hemos estado de acuerdo desde que nuestras sendas se cruzaron. Aunque nunca he puesto mis ojos sobre él, sonrío a sus comentarios y doy mi asentimiento a sus conclusiones . . . asombrado por su impresionante visión de mi propia vida y de los que me rodean.
La respuesta sencilla y obvia a este acertijo es esta: tengo mi propio ejemplar de su libro The Peter Prescription (La Receta de Pedro), ¡y usted también debería tenerlo! Es una edición en rústica que parece insignificante, llena de principios significativos y sólidos. Dice que habla de “Cómo ser creativo, confiado y competente,” pero pienso que él dejó fuera una palabra: como estar contento.
¿No es extraño que necesitemos de un libro para ayudarnos a experimentar lo que debería brotar naturalmente? No, en realidad . . . no cuando su tema principal es el contentamiento . . . no cuando hemos sido programados para competir, lograr, aumentar, luchar, y preocuparnos mientras trepamos por la llamada “escalera del éxito” (que pocos incluso pueden definir).
El contentamiento es la “X” desconocida de la ecuación de la vida. Es tan extraña para la mayoría de nosotros como vivir en un iglú, o comer gusanos fritos, o criar un gorila en nuestro patio.
Digámoslo tal como es. Usted y yo tenemos miedo de que si abrimos la puerta del contentamiento, dos intrusos no invitados se entrometerán: la pérdida de prestigio y holgazanería. En realidad pensamos que “llegar a la cumbre” vale la pena cualquier sacrificio. Para los orgullosos estadounidenses, el contentamiento es algo que se debe disfrutar entre el nacimiento y el jardín de infantes . . . la jubilación y la funeraria . . . o (y esto dolerá) los que no tiene nada de ambición.
Deténgase y piense. A un joven con alguna destreza mecánica a menudo se le aconseja que no se contente con “conformarse” con seguir un oficio al salir de la secundaria. A una maestra competente, que está contenta y se siente satisfecha enseñando en una clase, se le mira mal si ella declina la oferta de que sea directora. El dueño del puesto “Pan Dulce Exquisito” tiene un establecimiento repleto todos los días y está contento. Pero lo más probable es que la ambición egoísta no le permita descansar sino cuando ha establecido otros diez locales y se enriquece; dejando el contentamiento detrás. Un hombre o una mujer que sirven como asistentes en algún cargo de respaldo en un ministerio, una compañía o las Fuerzas Armadas, con frecuencia luchan con sentimientos de descontento hasta que son promovidos al llamado “escalón superior.” Esto se aplica a amas de casa y científicos nucleares, plomeros y policías, ingenieros y seminaristas, médicos e instaladores de alfombra, artistas y meseros.
Es un hecho curioso que cuando las personas son libres para hacer lo que quieran, por lo general imitan unos a otros. Como resultado, estamos rápidamente convirtiéndonos en una nación de marionetas descontentas, incompetentes, que colgamos de cuerdas manipulados por el mismo titiritero necio.
Ahora, escuchen a Jesús: “confórmense con su sueldo” (Lucas 3:14). Oigan a Pablo: “me gozo en las debilidades,” y, “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (2 Corintios 12:10; 1 Timoteo 6:8). Y escuche a otro apóstol: “No amen el dinero; conténtense con lo que tienen” (Hebreos 13:5).
Pero le advierto: esto no es fácil de implementar. Serán muchos más los que piensan al contrario. Usted tendrá que luchar contra la presión a conformarse. Incluso el más grande de todos los apóstoles admitió: “he aprendido a contentarme” (Filipenses 4:11, énfasis añadido). Es un proceso de aprendizaje . . . y no es muy agradable marchar fuera de paso hasta que se convenza de que está escuchando al tambor correcto.
Cuando usted esté plenamente convencido, sin embargo, dos cosas sucederán: usted cortará sus cuerdas y será libre, ¡en verdad!
Adaptado de Charles R. Swindoll, “Contentment,” en The Finishing Touch: Becoming God’s Masterpiece (Dallas: Word, 1994), 554-55. Copyright © 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos. Usado con permiso.