Esperar no es perder el tiempo

Esperar no es perder el tiempo. Es permanecer en el lugar correcto hasta que Dios decida actuar. En ese espacio de espera, Él trabaja en nuestro carácter, refina nuestra fe y prepara las circunstancias para que Su voluntad se cumpla con poder.

Desinflando el orgullo

Antes de que nos enamoremos de toda nuestra importancia alta y poderosa, es buena idea echar un vistazo hacia atrás al «hueco de la cantera» del cual Cristo nos levantó. Y no nos limitemos sólo a pensar en eso; admitámoslo. Nuestro «hueco de la cantera» tiene su manera de mantenernos al mismo nivel: receptores de la gracia.

Días Brillantes, Días Arruinados

Nuestro problema no es que hemos fallado. Nuestro problema es que no hemos fallado lo suficiente. No hemos sido rebajados lo suficiente como para aprender lo que Dios quiere que aprendamos.

Seguro en las manos de Dios

Deténgase y mire las palmas de sus manos. Ahora, imagínese que son las manos de Dios y que usted está precisamente allí . . . Nuestros caminos están continuamente delante de Él. Ningún momento fugaz de la vida pasa sin que Él sepa exactamente dónde estamos, lo que estamos haciendo, y cómo nos sentimos.

Tómelo por fe

A pesar de nuestra investigación, y de todo nuestro estudio de la Biblia, nunca lograremos verlo todo con claridad, captar por completo, ni entender y responder a todas las preguntas.

Déjeselo a Dios

¿Parece que nunca puede llegar a dónde quiere ir con suficiente rapidez? Déjeselo a Dios. ¿Preocupado por sus hijos? Déjeselo a Dios.

El alfarero soberano

La mayor parte de la vida es aprender y crecer, caerse y volver a levantarse, perdonar y olvidar, aceptar y seguir avanzando.
Sabemos que el Alfarero soberano está obrando con nuestro barro como Él quiere.

Serendipia sagrada

Una vida de serendipia se caracteriza por la «sorprendibilidad» y espontaneidad. Cuando perdemos nuestra capacidad de lo uno o de lo otro, nos conformamos con la rutina de la vida. Esperamos poco y rara vez nos vemos desilusionados.

Comprensión y obediencia

Nuestra mayor lucha no está en el área de entender la voluntad de Dios; sino en el área de obedecer al Dios cuya voluntad es esa.

Dios está allí, a toda hora

Él está allí con usted en su propio peregrinaje personal . . . Su mente inescrutable obra en concierto con su voluntad insondable, realizando cosas bajo su control soberano.