Y nosotros como hijos de Dios, debemos cambiar ser separados y diferentes . . . Debemos vivir vidas de integridad ética y excelencia moral. Si eso fuera imposible para nosotros, Dios nunca nos lo hubiera exigido. Pero lo exige.
Levítico
Querido José, querido mío
Dios intervino mandando al ángel Gabriel para que visitara a José en sueños y le dijera: «No temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo».