2 Samuel 6: 1—9

Aquí vemos a David enojado contra el Señor cuando, en realidad, era el Señor quien estaba airado contra David. A esas alturas, usted pudiera estar pensando: Bueno, yo pensaba que había dicho que David era un hombre conforme al corazón de Dios. Lo dije, o más bien, lo dijo Dios. ¿Significa eso que él era perfecto? No, de ninguna manera. Tener un corazón según Dios no significa que usted sea perfecto, sino que es sensible. Significa que cada detalle es importante. Que cuando ve el mal, lo enfrenta. Que usted lo reconoce. Que usted acepta su responsabilidad.

El problema es que David no había hecho su tarea. Muchas veces nos metemos en problemas cuando no hacemos nuestra tarea. Muchas veces nos metemos en problemas cuando no hacemos nuestra tarea; cuando creemos que vemos claramente cuál es la voluntad del Señor, y por interés o por conveniencia (por lo general de prisa), nos lanzamos a hacer las cosas a nuestra manera. Pero el Señor dice: «Mira, yo he escrito muchas cosas en mi Libro en cuanto a esa decisión que acabas de tomar, y quiero que busques mi consejo. Por eso no estoy actuando. Si quieres tener un corazón sensible a mí y mis cosas, entonces examina mi Palabra, y encontrarás un precepto o un principio que deberás seguir. Si lo haces, te daré un gozo increíble. Pero si no lo haces, te convertiré en un desdichado». De hecho, en el caso de David, el Señor dijo: «Incluso, le quitaré la vida a algunos».

Siglos después, Ananías y Safira, hicieron algo muy parecido. Presumieron ante el Señor y no lo tomaron seriamente. Lo mismo vemos con Uza, quien murió por haber tocado un mueble, santo en sumo grado, el cual no debía haber tocado, especialmente por no ser un levita. ¿A quién le importan los levitas? A Dios le importan. ¿A quién le importan esos anilletes y esos pequeños travesaños de oro que van entre los anilletes? A Dios le importan. Si no le importaran, no habría dicho nada de ellos. Y porque le importan, a nosotros también deben importarnos.

Ese es el punto central aquí. Cuando nos comienzan a importar las cosas que le importan al Señor, nos convertimos en persona según su corazón, y solo entonces comenzamos a tener verdadera libertad y verdadera felicidad.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.