1 Corintios 15:1-4
Una de las tareas más difíciles en la vida es comunicar con claridad lo que sucedió durante un tiempo en que las emociones estaban por las nubes. Personas que se «enamoran» casi no lo pueden describir. Aquellos que soportan una calamidad o experimentan una pérdida repentina transmiten la información de manera confusa. Lo mismo es cierto en cuanto a accidentes automovilísticos.
A continuación, una serie de citas textuales tomadas de formularios de seguro o de accidente. Son las palabras de las personas mismas intentando resumir su encuentro con un problema.
«Viniendo a casa, conduje a la casa equivocada y choqué con un árbol que no tengo».
«Choqué con un camión inmóvil que venía en dirección contraria».
«El tipo estaba serpenteando por todo el camino; tuve que maniobrar varias veces antes de chocarlo».
«Me alejé de la orilla del camino, le di una mirada a mi suegra y el auto se salió de la autopista».
«En mi intento por matar una mosca, choqué con un poste de teléfono».
«Había estado de compra por plantas todo el día y estaba de camino a casa. Cuando estaba llegando a una intersección, se levantó una barrera de arbustos tapando mi visión. No pude ver el otro vehículo».
«Un carro invisible apareció de la nada, golpeó mi vehículo y desapareció».
«La causa indirecta de este accidente fue un hombre pequeño en un auto que tenía una boca grande».
«No pude parar a tiempo, y mi automóvil chocó con el otro vehículo. El conductor y el pasajero se fueron inmediatamente de vacaciones con heridas».
¡Cuán increíbles son!
Aun así, un hecho sorprendente es que cada reporte fue hecho por una persona seria y sincera que, con su mejor esfuerzo, trató de ser clara y precisa. Las emociones tienden a manchar el lente del pensamiento lógico y la comunicación precisa.
A menudo esto nos sucede a los cristianos cuando intentamos hablar de nuestra fe—la manera en que hemos «nacido de arriba» y nos hemos convertidos en «nuevas criaturas en Cristo». Al esforzarse los inconversos por seguir nuestras palabras, me pregunto cuántos de ellos se preguntarán sobre el significado de este lenguaje extraño. Pensamos que estamos comunicándonos claramente, pero no es así. Lanzamos términos que solo son familiares para «los de adentro» . . . frases que son desconocidas en el sistema del mundo (¡y les culpamos por no mostrar más interés!).
Nuestro lenguaje secreto requiere un proceso de decodificación que ellos no están capacitados para manejar. ¡Cuánto mejor sería hablar de una manera simple, concreta, creíble, mientras el Espíritu obra para completar la labor!
¿Qué fue lo que Pedro recomendaba? «Si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación» (1 Pedro 3:15).
Acepte esa tarea como asignada por Dios. ¡Esté preparado! Vea si puede escribir un párrafo sin tecnicismos, libre de expresiones cliché, sobre la esperanza que usted tiene por dentro. Su experiencia de salvación. O, cómo alguna persona puede llegar a conocer a Dios de manera significativa e íntima.
Jesús aceptó este desafío cuando habló con Nicodemo, el juez judío. Y si lo recuerda, aun cuando nuestro Señor se expresó de manera exageradamente simple y el rabino era bastante inteligente, el hombre todavía luchaba por entender las palabras de Cristo. Créame—combatir la confusión es una difícil tarea, especialmente cuando las emociones del corazón nublan las expresiones de la boca.
No es solamente que muchos nunca lo han escuchado. Se trata de que sí han escuchado . . . y nuestra verbosidad los ha dejado perdidos.
¿Su tarea? ¡Aclárelo!
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.