Eclesiastés 11:8

Aunque un hombre viva muchos años, . . .
en todos ellos tenga gozo.
Eclesiastés 11:8

La felicidad es para hoy. Hay alegría disponible ahora. No se nos pone a esperar. La felicidad no es algo que secretamente se abre para nosotros cuando cumplimos cincuenta y cinco años, o cuando alcanzamos alguna meta, o hallamos al cónyuge apropiado. La felicidad es para ahora. Está ligada inseparablemente al Señor viviente.

Un libro doctrinal de la Iglesia presbiteriana empieza con la pregunta: «¿Cuál es el principal fin del hombre?» La respuesta a esa pregunta es familiar para muchos: «El fin principal del hombre es amar a Dios y disfrutar de Él para siempre». No simplemente servirle, no simplemente obedecerle, no simplemente ofrecerle sacrificios, no simplemente entregarnos a Él, sino disfrutar de Él: «reírse por la vida con Él». Sonreír en su presencia. Tanto más está incluido en disfrutar a Dios para siempre que lo que la mayoría jamás creería.

La felicidad debe penetrar todos los años de nuestra vida. No tenemos que esperar hasta que lleguemos a alguna edad mágica en la que se nos permite abrir una rendija de la puerta y en silencio deslizarnos al campo de la felicidad. Está allí para que la disfrutemos todos nuestros días.

Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.