1 Pedro 5:5-6

Asimismo, vosotros los más jóvenes, estad sujetos a los mayores; y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. 1 Pedro 5:5-6

 

PADRE, TODOS TENEMOS nuestras esperanzas y aspiraciones. Tenemos sueños. Y aunque no hay nada de malo en ello, que fácil es ser impulsados por ellos. Cuan fácil es vivir con la expectativa de que si nuestros sueños no se realizan, entonces, de alguna forma, Tú no nos amas. Hemos sido capacitados para cuidarnos por nosotros mismos—algo que en principio es bueno pero termina haciéndonos daño. Siempre estoy pensando en mis cosas, mis derechos, mi ascenso, mi salario, mi lugar, mi nombre…¡qué feo! Que anticristiano. Reconocemos ante Ti que esta vida no gira alrededor de nosotros o nuestras expectativas.

Te agradecemos porque Tú nunca ignoras a nadie. Cuando es momento de un ascenso, Tú no te tardas. Cuando es tiempo de recompensas, Tú no te olvidas. Así que, en este maravilloso momento, nos postramos ante tu trono poderoso. Reconocemos que has sido bueno con nosotros aun cuando nosotros no lo merecemos. Te has preocupado por nosotros cuando nosotros hemos sido descuidados. Nos has amado aun cuando nosotros no te hemos amado y has satisfecho nuestras necesidades cuando nosotros no nos hemos preocupado de lo que debemos darte a Ti y a Tu obra. Tú, fiel, amable y constantemente derramas buenas cosas sobre nosotros. Gracias por Tu libertad. Gracias por Tu disciplina.

Enséñanos en estos días a valorar la humildad genuina, a tener una vida desinteresada. Queremos ser mensajeros cuyo mensaje tenga sentido ya que nuestras vidas son como la vida de Tu Hijo, manso y humilde de corazón. Oramos y te glorificamos en el nombre de Jesús. Amén.

Véase también Mateo 11:29; 16:21-26; Lucas 14:11, Filipenses 2:3-8.

 

TODOS ACTUAMOS MEDIANOS

Unos niños trabajaron arduamente en su casa de cartón. Iba a ser un lugar especial—una especie de casa club donde podían reunirse y divertirse. Un día, al pensar en las reglas, ellos sugirieron tres bastante peculiares: «Nadie actúa grande. Nadie actúa pequeño. Todos actuamos medianos».

Solo «actúe mediano». Sea confiable, honesto, reflexivo y realista. Sin importar su posición elevada o la gran cantidad de honores, grados o logros que tenga, siga siendo usted mismo. Deshágase de cualquier idea que le haga pensar que usted merece alguna clase de reconocimiento especial por un trabajo bien hecho. Piénselo, ¿para quién lo hizo de todas maneras? Si lo hizo para Dios, Él tiene una cantidad infinita de formas invisibles de recompensarle. Si lo hizo para llenar su ego, no es de extrañarse por qué está buscando la gloria. Ciertamente es fácil buscar los elogios, ¿cierto?

Recuerde lo que Salomón escribió: «Que te alabe el extraño, y no tu boca; el forastero, y no tus labios». (Proverbios 27:2). ¿Qué significa eso? Significa no buscar el elogio por algún logro envidiable. Significa rehusar el aplauso y más bien sorprenderse cuando ocurra.

Una advertencia final. No intenté fingir. La falsa humildad huele peor que el podrido engaño. La respuesta no es intentar parecer indigno o causar lástima sino apreciar los logros de los demás, reconocer las contribuciones o habilidades de los demás y decirlo. Esa es una forma de servir a los demás en amor…al igual que Cristo.

¿Ya memorizó la regla? «Nadie actúa grande. Nadie actúa pequeño. Todos actuamos medianos». Un gran consejo que viene de una casa de cartón llena de niños, quienes por cierto, son muy buenos para practicar lo que predican.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.