Eclesiastés 3:17
Al justo y al malvado los juzgará Dios, pues hay un tiempo para toda obra y un lugar para toda acción. Eclesiastés 3:17 NVI
NO ES FRECUENTE, PADRE, que hagamos esta declaración, pero hoy queremos agradecerte por las injusticias de la vida que nos han quebrantado y aplastado. Circunstancias injustas que nos han golpeado profundamente y nos han llevado a someternos a ti. Injusticias que nos han metido en un callejón sin salida del cual no vemos como regresar. La única dirección a la que podemos voltear es hacia arriba. Con frecuencia pensamos que las circunstancias injustas han arruinado nuestras vidas… cuando en lugar de ello, pueden ser el medio que tú has ordenado para darnos vida. Padre, si no fuera por esas personas, que han caminado penosamente por el valle de sombra de muerte, no estuvieran vivas hoy andando contigo y diciéndonos que sigamos que sigamos adelante, ¿dónde estaríamos nosotros? ¡Cuánto necesitamos su ejemplo y su ánimo! Gracias por cada uno de ellos.
A la luz de Tu gracia soberana, te agradecemos por la ceguera, por la parálisis, por la pérdida, por la muerte, por los sueños rotos, por las sociedades disueltas y por la desilusión. Por fe, te alabamos por esos tiempos de inseguridad, fracaso, divorcio y aún hasta cuando otros nos han tratado injustamente. Aunque vemos la tormenta, tú nos has permitido ver más allá de ella para que podamos confiar que tú harás todas las cosas perfectas en tu tiempo. Gracias porque soberanamente has convertido en beneficio lo que otros intencionalmente planearon para mal.
Oramos por esas personas que están enfrentando la frustración de la injusticia en esta y otras muchas situaciones. Te pedimos que puedan encontrar en Jesucristo la fortaleza para seguir adelante… especialmente los que ya casi han decidido darse por vencidos. Oramos para que ellos rindan todo esto a Tus pies. Todo esto te los pedimos en el nombre de Jesucristo, el gran Conquistador. Amén.
Véase también Génesis 50:20; Salmos 23:4; 119:71; Eclesiastés 3:11; Romanos 8:28; 2 Corintios 1:3-7.
Seamos Ilógicos
Disculpe la forma en que esto suena, pero la lógica de Dios a veces parece un poco extraña. Sé que nadie lo quiere admitir, pero todos lo pensamos.
Su lógica parece ilógica. Haga una pausa y piense en esto antes de desecharlo pensando que es algo herético. ¿Qué otra respuesta hay para esos eventos que desafían la explicación?
Nos preguntamos ¿por qué algunos bebés nacen saludables y otros con necesidades especiales? ¿Por qué un joven saludable y piadoso se enferma de cáncer? ¿Y qué le parece esa gran cantidad de charlatanes religiosos que hacen lo que quieren? ¿O la brutal exterminación de seis millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial? Y la injusticia de ver un precioso niño golpeado por una madre o un padre borracho.
¿No se hace usted esas preguntas? Nada de ello «tiene sentido».
Tal vez le sorprenda que le diga esto, pero no se supone que tengamos las respuestas a esas preguntas. ¿Por qué? Porque nuestra comprensión es humana… es limitada… es finita.
Operamos en una dimensión totalmente diferente a la de nuestro Señor, que no conoce limitaciones. Nuestra percepción es en el aquí y ahora. La percepción de Dios es eterna. Nosotros juzgamos en base a lo temporal; el juzga en base a lo eterno. Nosotros queremos que cada pieza encaje en ese rompecabezas que llamamos justicia y equidad. Pero no Dios. Su lógica es inescrutable, sin posibilidad de búsqueda—y tal como le dije, es ilógica.
Entonces, lo que debemos hacer es aceptar más que tratar de explicar. Confiar más que tratar que todo encaje y tenga sentido. Es útil recordar que cada generación solo tiene algunas de las piezas del rompecabezas, ninguna de las cuales embona con la otra. Así que deje de intentar encontrarle una explicación a todo.
Seamos ilógicos acerca de la vida, para variar. De otra forma, estamos intentando jugar a ser Dios y nosotros no tenemos ni una pizca de omnisciencia.
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.