Juan 15:13

Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos.  Juan 15:13

HASTA EL FINAL DE NUESTRA VIDAS, Padre nuestro, estaremos agradecidos por aquellos que han defendido la libertad. Aquellos que se han ido de sus casas y sus familias—del amor de una madre, un padre o de su esposa y sus hijos para enfrentarse en una batalla y defender la libertad, dando sus vidas en sacrificio.

Te honramos, Padre, por darnos a esas personas de las cuales el mundo no era digno. Que cada Día de los Caídos sea más que una celebración para comer o relajarse con la familia y los amigos. Que hagamos una pausa y reflexionemos.

Reconocemos que hay mucha maldad en el mundo, pero te agradecemos al saber que este planeta todavía sigue bajo Tu control. Gracias, querido Dios, por Tu presencia y por Tu mano soberana ya sea que estemos en tiempo de guerra o en tiempo de paz. Ayúdanos a enfrentar estos tiempos difíciles con determinación y fidelidad.

Además de aquellos caídos, pedimos también que protejas a los que siguen luchando, aquellos cuya presencia eclipsaría la nuestra. Ellos se encuentran en lugares difíciles y te agradecemos por su valentía. Gracias por nuestro país que sigue siendo libre, y que nos permite vivir en el legado de tal heroísmo.

Dedicamos nuestras vidas a ti y lo hacemos con gratitud, porque Tú has sido fiel con nosotros. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
Véase también 2 Samuel 1:25-27; Juan 15:13; 2 Timoteo 2:4

 CRUCES BLANCAS

En una ocasión, cuando mis hijos eran pequeños, viajábamos de regreso después de unas vacaciones en el norte de California. Mientras íbamos por la carretera, nuestros hijos se dieron cuenta de algo en el camino que no comprendían. Había una colina que tenía cientos de cruces blancas colocadas en fila.

«Papá, ¿qué es eso?» Me preguntó uno de mis hijos. Allí pensé que las generaciones más jóvenes podrían crecer sin entender la razón de esa libertad que tenían para manejar en una carretera… o para sentarse tranquilamente en una casa… o para adorar libremente en una iglesia.

Me detuve a explicarles el significado de esa colina. Utilizando un lenguaje que ellos podían entender, les dije acerca de los soldados valientes que murieron para alcanzar nuestra libertad. «Alrededor del mundo hay cementerios tan bellos como ése», les dije.

Luego les resiste el poema de John McCrae: «En los campos de Flanders se agitan las amapolas entre las cruces, hilera sobre hilera, que marcan nuestra morada . . .» ni siquiera pude terminar el poema cuando comencé a llorar.

Quizás usted conoce a algunas personas que han muerto en batalla. Al morir en sacrificio, lo hicieron con pleno conocimiento, sin esperar que fueran aplaudidos por ello. La mayoría de las personas nunca conocerán su historia, pero Dios la conoce bien.

Hay ciertos lugares que cada vez que los veo, me hacen detenerme y reflexionar. Una fila de cruces blancas en un cementerio militar es uno de esos lugares. Mis hijos, ahora adultos y con sus propias familias, comparten esa maravilla conmigo.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.