Salmos 78:70-72
Escogió también a David su siervo, lo tomó de entre los apriscos de las ovejas; lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos para pastorear a Jacob, su pueblo y a Israel, su heredad. Y él los pastoreó según la integridad de su corazón y los guio con la destreza de sus manos. Salmos 78:70-72
PADRE, LA PUREZA PERSONAL no se produce de manera automática o sencilla. La integridad no surge libre y naturalmente en nuestra carne. De hecho, muchos de nosotros hemos vivido demasiados días de nuestra vida en hipocresía y engaño. Por eso es que te necesitamos tan desesperadamente. No sabemos cómo acabar con el desorden de los malos hábitos y deshacernos del pasado, por tanto, nos sentimos tentados a seguir ignorando Tu voz que causa convicción y seguir viviendo vidas de remordimiento. Pero hoy queremos acabar con esa actitud. Tomamos la determinación de no seguir escondiéndonos. Rehusamos seguir en las aguas superficiales de la carnalidad. Empezando hoy mismo, tomamos la determinación de vivir una vida de integridad. Te pedimos que honres nuestra decisión de caminar contigo, de dejar esta vida de duplicidad, de parar de transigir nuestra integridad. Amado Padre, danos Tu fuerza, Tu ayuda, Tu valor, Tu sabiduría. Perdona nuestros caminos insensatos e hipócritas. Libéranos de las aguas movedizas, profundas y peligrosas del pecado engañoso y establécenos sobre la roca sólida de la vulnerabilidad y la integridad.
Que Tu gracia nos ayude para no tener una actitud acusadora hacia los demás, Señor. Danos la motivación que necesitamos para ser todo lo que Tú nos has llamado a ser como Tus hijos obedientes, para que nosotros, al igual que David con las ovejas, podamos guiar a los demás correctamente. En el nombre poderoso de Jesucristo, nuestro Señor, oramos. Amén.
Véase también Job 8:20; Salmos 15:1-2; Proverbios 2:6-7; 10:9; 20:7.
EXCELENCIA MORAL
Ocasionalmente, he tenido el honor de ministrar a varios oficiales del ejército de alto rango que sirven en el pentágono. Esos hombres son ejemplos de un compromiso cristiano firme.
Durante una de las conversaciones, surgió el tema de la pureza moral. Les pregunté si en sus rangos, un fracaso en alguna cualidad de carácter era significativo. «¡Por supuesto!», fue la respuesta inmediata. Ese compromiso a la integridad personal me impresionó porque se expresó de manera espontánea y sincera. Les dije que ellos serían excelentes pastores.
Súbitamente, el grupo quedó en silencio. Uno de ellos finalmente habló y me dijo que la conversación tocó una fibra sensible en ellos, ya que la mayoría de los oficiales del grupo iban a la misma iglesia— una iglesia que por cierto, tenía la reputación de predicar la Biblia correctamente, una maravillosa comunión y un testimonio saludable ante la comunidad hasta… (mi estómago se revolvió ya que no quería escuchar lo que él iba a decir después) Él dijo, «…hasta que nuestro pastor cayó en adulterio y ambos dejaron a sus parejas y sus hijos».
Lágrimas, miradas con vergüenza y movimientos con la cabeza, revelaron su confusión y profunda decepción. Sentí en mis hombros esa pesada carga. Me sentí avergonzado.
Me sentí humillado al pensar que el estándar de un gran carácter moral es de suma importancia entre los oficiales militares, pero dentro de las filas del clero, o sea mis colegas, la impureza se ha convertido en una epidemia.
Este no es el momento para las excusas. Necesitamos volver a recordar la amonestación de Pablo: «Porque esta es la voluntad de Dios…que os abstengáis de inmoralidad sexual» (1 Tesalonicenses 4:3).
Y no olvidemos la petición de Pedro: «Añadid a vuestra fe, virtud» (2 Pedro 1:5). Déjeme darle una exhortación. Sea fiel en cualquier lugar donde sirva. Ya sea en el ejército, el ministerio, los negocios, o en el hogar—Sea fiel.
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.