Proverbios 6, 15

Durante el proceso de escuchar a los demás en esta semana, ponga atención a otra clase de conversaciones ofensivas e improductivas. Aunque parezca un  problema diminuto, le aseguro que la Escritura no lo ve así. Me refiero a esa actitud arrogante de asumir un lugar de superioridad frente a los demás.

Jactancia

Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de un regalo que al fin no da (25:14). ¿Has visto a un hombre sabio en su propia opinión? ¡Más esperanza hay del necio que de él! (26:12).

No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué dará de si el día. Que te alabe el extraño y no tu propia boca; el ajeno y no tus propios labios (27: 1, 2).

La jactancia ocurre con más frecuencia cuando hablamos muy bien de nosotros mismos o de nuestros logros. No obstante, también es posible jactarse sin utilizar una sola palabra. Algunos automóviles de lujo son considerados un símbolo de estatus, al igual que algunos vecindarios y ciertas marcas de ropa. Dios no está en contra de que las personas adquieran cosas agradables, si el propósito es disfrutar el uso. Pero cuando alguien compra cosas con el motivo de dar a conocer su éxito personal, esa persona es culpable de jactancia.

La jactancia es un síntoma de un problema más profundo llamado arrogancia, una condición del corazón que busca la atención y desea ser el centro de atención. Según Proverbios 6:16 y 17, el Señor detesta la arrogancia y considera nuestra autoexaltación como una afrenta personal. De hecho, los ojos altivos, o sea, una actitud de superioridad, se encuentran en el primer lugar de la lista de cosas que Dios aborrece. En esta lista aparecen la mentira, el asesinato, la rebeldía y la calumnia.

Tal como lo dice el proverbio: «Antes de la quiebra está el orgullo; y antes de la caída, la altivez de espíritu» (16:18). Cuídese de la arrogancia, ya sea la suya propia o la de las demás. Aun cuando no vaya a caer por sí mismo, tenga cuidado de que la arrogancia de otra persona no le haga caer a usted también.

Reflexión: Piense en algunos ejemplos de jactancia que haya visto últimamente. Describa su reacción emocional ante esos individuos. ¿Es culpable de promocionar sus propias habilidades, talentos o logros? ¿Por qué lo hace? ¿Qué le impulsa a promocionarse?

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.