Juan 5:8-10

Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar. Y aquel día era día de reposo. Por eso los judíos decían al que fue sanado: Es día de reposo, y no te es permitido cargar tu camilla. Juan 5:8-10

PADRE CELESTIAL, es nuestro mayor deseo el glorificar Tu nombre. Queremos honrar Tu Palabra aun cuando ella no cuadre con nuestros sentimientos o emociones. Te agradecemos por ser lo suficientemente bondadoso para enseñarnos las bases de la gracia. Oramos que esta enseñanza pueda dar la libertad de la esclavitud que ha esclavizado a tantas personas por mucho tiempo.

Ahora te pedimos varias cosas— que Tú nos protejas para no caer en los extremos; que nos protejas de los malentendidos; que protejas a tus hijos de comportarse de manera insensata y libertina; y que nos protejas de no apropiarnos equivocadamente de la libertad. Padre, también te pedimos que nos protejas de llevar una lista de reglas, creyendo que cumplir con esa lista nos hace más santos. Trata primero con nuestra actitud y luego con nuestras vidas, ya sea, para salvación o para liberación de esa terrible plaga del legalismo. Queremos vivir con el gozo de la libertad en Cristo.

Te lo pedimos en el nombre sobre todo nombre, Jesús mismo. Amén.
Véase también Mateo 23:23; Gálatas 5:1; 1 Pedro 2:16.

TRANSIGENCIA

En los rangos del cristianismo del siglo veintiuno, existe un grupo de personas que se ufanan de ser ultra superiores. Se consideran conservadores hasta la médula. Hablan demasiado y por supuesto, estas personas no están dispuestas a conversar sobre asuntos vitales o escuchar las ideas de otras personas. En su deseo de evitar cualquier aspecto sutil que parezca herejía, rehúsan pensar más allá de los límites de sus reglas auto impuestas.

Para esos legalistas, la transigencia es un sinónimo de debilidad. Ellos piensan que si usted escucha a personas de otra denominación, ellas le van a influir. Piensan que si usted no está de acuerdo con el gurú que manda en la iglesia (y que todo lo sabe), entonces claramente usted está transigiendo la verdad. Si usted no sigue la lista exactamente al pie de la letra—entonces, claramente usted es culpable de transigencia. En mi opinión, esa es la peor clase de esclavitud, ya que se genera mediante el disfraz del cristianismo.

No me malentienda; existen parámetros morales y éticos que enseña la Escritura que no dan lugar a las transigencias. Pero la transigencia es algo mucho más amplio. Sin transigencia, los desacuerdos no se pueden resolver y las negociaciones se detienen. La transigencia no siempre es mala.

¿Estoy diciendo que es fácil o sin ningún riesgo? ¿Qué surge de manera natural? No, pero es mucho más sencillo (y seguro) que quedarse en un solo lugar…  seguir creyendo que su manera de pensar es la única forma correcta, y que su plan es el único que se debe seguir. ¿Sabe por qué eso es un problema aún mayor? Porque usted termina volviéndose una persona cerrada, solitaria y rodeada de personas que no piensan por sí mismas. Quizás sea seguro, pero no será algo que le satisfaga. Ni piadoso.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.