Salmo 100

El Salmo 100 es un precepto extendido para adorar al Señor con instrucciones específicas. Los primeros tres mandatos que aparecen en los versículos 1 y 2 están relacionados directamente con la idea de cultivar una actitud de gozo. Las siguientes instrucciones se enfocan en cómo vemos la identidad y el carácter del Señor. Examinemos dos de ellos.

Reconozcan que el Señor es Dios (v. 3). A primera vista, éste parece un precepto extraño. Un análisis más cercano de los términos en el idioma hebreo nos ayudará a aclarar la intención de salmista.

La palabra «conocer» viene del hebreo, «yada». Cuando se utiliza en referencia a una persona, denota un conocimiento personal por experiencia, no un conocimiento a la ligera. Es el mismo término que los escritores bíblicos utilizaron como un eufemismo de la relación sexual (Génesis 4:1; 19:8; Números 31:17, 35; Jueces, 11:39; 21:11; 1 Reyes 1:4; 1 Samuel 1:19). Nuestro conocimiento de Dios debe ser algo personal y basado en la experiencia, no en algo simplemente teológico.

La palabra, «Señor» es el nombre personal de Dios que se representa en hebreo por las cuatro consonantes «JHVH», y que era considerado muy sagrada para pronunciarlo de manera audible. Quizá recuerde que la palabra se basa en el verbo «ser» que le identifica como la deidad que verdaderamente existe. El finado filósofo cristiano, Francis Schaeffer lo decía de esta manera: «el Dios que existe» (al contrario de todos dioses que no existen).

La estructura de la oración también muestra un detalle importante enfatizando que ningún otro nombre puede tener esa distinción. La oración pudiera bien leerse: «conozcan que Jehová, solamente es Dios». Un compositor contemporáneo agregó una frase muy importante en una canción titulada, Él es Dios. Él escribió: «Él es Dios. . . y yo no».

La palabra, «Dios» al final de la oración es la palabra hebrea, «elohim», la cual enfatiza la grandeza de Dios, algo así como si utilizamos el título «Su realeza» cuando nos referimos a un rey. El texto entonces podría parafrasearse de la siguiente forma: «conozcan por experiencia personal que JHVH es el único soberano Dios de todo».

Hay dos implicaciones muy importantes aquí. Primero, la soberanía de Dios está por encima de cada uno de nosotros. Dios no es sencillamente el gobernador del universo que domina las galaxias y las fuerzas de la naturaleza. Él es mi Dios soberano. Él es su rey. Él es el jefe; nosotros nos debemos a él. Cuando aceptamos ese hecho, la vida se vuelve más fácil de entender y el gozo hace un lado la frustración.

Segundo, nuestro conocimiento de Dios como el Señor soberano se debe aprender por experiencia personal. Eso implica una relación personal donde él nos dirige y nosotros le seguimos. Y a través de ese intercambio continuo, la decisión de confiar en él se vuelve un factor inmutable e inconmovible. Las personas seguras de sí mismas son personas gozosas.

Entren por sus puertas con acción de gracias (v. 4). ¿Cuál era el concepto del salmista aquí? ¿A qué puertas y atrios se refiere? Existen dos posibilidades. Primero, puede referirse a la fortaleza de un gobernante, donde se decidían los juicios y se concedían los favores. Si es así, la invitación allí tiene que ver con entrar al lugar con alabanzas y agradecimiento en vez de buscar el favor de un gobernante.

La segunda posibilidad puede referirse al templo, el lugar donde el pueblo de Dios se acercaba al Señor. En el antiguo testamento, el resplandor de su gloria, que los hebreos llamaban, «Shekinah» llenaba el lugar santísimo del templo (2 Crónicas 5:14 y 1 Reyes 8:10-11). El templo tenía puertas y atrios, los cuales daban acceso a la presencia de Dios.

Debido a que Jesús satisfizo todos los requisitos de los rituales del templo, nosotros no tenemos que buscar un lugar específico para encontrarnos con Dios. En la actualidad, nosotros le adoramos «en espíritu y en verdad» (Juan 4:23). Entonces, ¿cómo entramos a sus puertas y a sus atrios? ¿Cuál es nuestro acceso a su presencia en la actualidad? La respuesta es la oración. Hebreos 4:16 nos invita a «acercarnos» al trono de Dios. A través de la oración llegamos a la misma presencia de Dios. El Salmo nos dice que nos acerquemos al Señor con alabanza y agradecimientos. De vez en cuando es bueno ahorrarnos nuestras peticiones para otro momento e ir a Dios con el único propósito de alabarle.

Afirmando el alma: Uno puede cultivar una relación personal con Dios de la misma forma en que lo hacemos con otra persona: escuchándole, dedicándole tiempo y haciendo cosas que la otra persona considera importantes. ¿Qué está haciendo para escuchar al Señor? ¿Cuánto tiempo usted dedica a estar con personas que aman a Dios? ¿Se une usted a Dios para lograr su obra?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.