Salmo 100

El Salmo 100 continúa con dos preceptos finales y presenta tres razones específicas para «cantar con gozo» (v. 1). Ambos preceptos nos invitan a hablar directamente con el Señor.

Denle gracias (v. 4). La palabra hebrea para dar gracias viene de un verbo que significa confesar, alabar, reconocer, exaltar o agradecer. En otras palabras, no es sencillamente decir: «gracias Dios, por las bendiciones». En este texto el verbo da a entender una persona que tiene razones específicas para dar gracias, que relata una historia donde Dios es el héroe. Nosotros hacemos esto cuando estamos contándoles a nuestros amigos acerca de algún buen doctor que nos ayudó con una larga enfermedad. La expresión de gratitud es impresionante. Sentimos que las palabras no nos alcanzan para poder hablar bien de ese doctor. De manera similar en este pasaje, la expresión «denle gracias» da la intención de expresar que literalmente no podemos decir con palabras lo bueno que es el Señor y lo que Él hace por nosotros.

Una de las señales que muestra que estamos en los últimos días, es la ingratitud. 2 Timoteo 3:1-5 escribe la palabra «malagradecido» en una lista de actitudes que marcan los días malos antes del fin del mundo. Hay que tener cuidado con esa generación ingrata y mal agradecida. Cultivar un corazón agradecido es algo muy importante para Dios.

Bendigan su nombre (v. 4). La palabra hebrea es «barak» y tiene el significado de arrodillarse, elogiar o saludar. La idea es mostrar honor y honra a Dios, reconociendo su nombre por encima de cualquier otro nombre. En el Oriente Antiguo, una persona «bendecía» a un superior arrodillándose o inclinándose ante él. Él o ella entonces expresaban su deseo para que esa persona tuviera poder, prosperidad, longevidad, éxito, etc.

Claro está que el Señor ya posee todo el poder, la prosperidad, la longevidad y siempre tendrá éxito en todo lo que haga; al «bendecir su nombre», afirmamos su poder y su bondad y nos comprometemos a unirnos a su causa.

Esas dos acciones, «dar gracias» y «bendecir su nombre» tiene un significado especial muy arraigado a la tradición del Oriente Antiguo. Recibir la hospitalidad de un noble y pronunciar la bendición como resultado establecía efectivamente una alianza, una deuda duradera que unía a ambas personas en un lazo de amistad. En este caso, el salmista nos invita a que demos lealtad al rey supremo.

Afirmando el alma: Durante los siguientes días, dedique su tiempo de oración a darle gracias y alabar al Señor. Esto no es tan fácil como pedirle al Señor ayuda, sabiduría, fortaleza, sanidad u otras necesidades así que debe prepararse antes de orar. Haga una lista de agradecimientos. Investigue los atributos de Dios. Luego, en oración, relate la historia de la bondad de Dios hacia usted.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.