La vida vivida bajo el sol puede tener una cualidad deprimente, o al menos eso pensaba Salomón. «¡Vanidad de vanidades! ¡Todo es vanidad!», decía. «Los que están vivos al menos saben que un día van a morir, pero los muertos no saben nada. Ya no reciben más recompensas, y nadie los recuerda» (Eclesiastés 1:2; 9:5). Vivir, morir y desaparecer del recuerdo, ¡menudo ánimo!

Pero, ¿es esta vida todo? ¿Vivimos en vano? Daniel, al acercarse al final de su libro, recibió una visión de cuatro grupos de personas cuyas vidas y muertes responden con un rotundo no, todo no es vanidad. Estos cuatro grupos que viven en el futuro tendrán vidas importantes que dejarán eco en la eternidad y Dios nunca los olvidará.

La nación de Israel sobrevivirá a la gran tribulación, pero Gabriel no prometió que habría judíos que no morirían, porque lo harán. Habrá un número incontable de personas que serán mártires: «de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua» incluyendo a los judíos que crean desde el principio de la tribulación» (Apocalipsis 7:9-17).

En ese tiempo se levantará Miguel, el arcángel que hace guardia sobre tu nación. Entonces habrá un tiempo de angustia, como no lo hubo desde que existen las naciones. Sin embargo, en ese momento, cada uno de tu pueblo que tiene el nombre escrito en el libro será rescatado. Se levantarán muchos de los que están muertos y enterrados, algunos para vida eterna y otros para vergüenza y deshonra eterna. Los sabios resplandecerán tan brillantes como el cielo y quienes conducen a muchos a la justicia brillarán como estrellas para siempre. (Daniel 12:1-3)

Dios lleva un registro no solo de los que se han ido antes que nosotros, sino también los que vendrán después que nosotros, incluyendo a los cuatro grupos de personas de este pasaje.

Los que están escritos en el libro

La Biblia está llena de referencias a los «libros» de Dios.1 Los libros de juicio (Daniel 7:10) y el libro de la verdad (10:21). Entonces, ¿a qué se refería Gabriel en Daniel 12:1? Este libro seguramente es «el libro de la vida» que se describe en Apocalipsis 20:12, 15. Los que comienzan una relación personal con Jesucristo durante la era de la iglesia serán rescatados de la tribulación (1 Tesalonicenses 4:15-17; Apocalipsis 3:10). Los que crean en Cristo después del rapto, tanto judíos como gentiles, tendrán que pasar por un tiempo horrible y muchos morirán. Pero al final, todos los que conocen a Jesucristo como su Salvador tendrán sus nombres escritos en el libro de la vida y recibirán la recompensa eterna de vivir con Él en perfecta paz (Apocalipsis 21:1-7).

Una vez la tribulación haya llegado a su fin y después de miles de años del reino de Cristo en la tierra (el milenio), Satanás será castigado. Luego vendrá un tiempo de gran juicio. Sentado en el trono blanco, Cristo abrirá el libro de la vida junto con libros de juicio que contienen las obras de cada persona. Cada persona cuyo nombre no se encuentra en el libro de la vida será juzgado y recibirá la recompensa justa por sus obras, condena eterna en el lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15).

Los que mueran durante la tribulación

¿Qué ocurrirá a los que mueran durante la tribulación? Tanto creyentes como no creyentes. Gabriel dijo a Daniel que «se levantarán muchos de los que están muertos y enterrados, algunos para vida eterna y otros para vergüenza y deshonra eterna» (Daniel 12:2). La idea de la resurrección, de reunirse con el espíritu con un cuerpo renovado, es únicamente bíblico y misterioso. La Biblia describe cuatro tipos de resurrección.2

La resurrección de Cristo fue la primera (Mateo 28:6; 1 Corintios 15:22-23). La segunda resurrección ocurrirá en el rapto cuando los creyentes que mueran durante la era de la iglesia saldrán de la tumba y se reunirán con los cristianos que estén vivos para reunirse con Jesús en el aire (Juan 14:1-3; 1 Corintios 15:51-54; 1 Tesalonicenses 4:13-17). La tercera resurrección se describe en Daniel 12:2 y trata de los que despertarán para «vida eterna». Esta resurrección tendrá lugar después de la tribulación en la segunda venida de Cristo cuando todos los santos del Antiguo Testamento y de la tribulación se levantarán (Isaías 26:19; Apocalipsis 7:13-17; 20:4). La quinta se retrasará mil años mientras Cristo reina en el milenio (Apocalipsis 20:5), pero cuando ocurra, incluirá a todos los no creyentes desde el principio de los tiempos. Esta es la resurrección «para vergüenza y deshonra eterna» (Daniel 12:2; véase también Apocalipsis 20:12-15).

La siguiente gráfica da un resumen completo de estas resurrecciones:


Los que tienen entendimiento

En la gran tribulación muchos adorarán al anticristo y se les pondrá su número (Apocalipsis 13:8, 15-18). Pero otros verán el engaño y enseñarán la verdad incluso si les cuesta la vida (Daniel 11:33, 35). Esos nuevos creyentes son a los que Dios dará «entendimiento» (12:3) de Su Palabra y el contexto en el que viven. Enseñarán las Escrituras con sabiduría y darán testimonio de la muerte y resurrección de Cristo para animar a otros creyentes en medio de este sufrimiento terrible.

Dios no olvidará a estas personas sabias. Su recompensa será brillar como los cielos y reflejar la gloria de Dios (Salmos 19:1).

Los que conducen a muchos a la justicia

Daniel 12:3 también nos presenta un cuarto grupo de personas, los evangelistas de la tribulación. Estos creyentes valientes arriesgarán todo para llevar a otros a Cristo. Muchos serán mártires (Apocalipsis 6:9-11; 13:10), pero su disposición para morir por la verdad inspirará a algunos a seguir a Jesús.

Aunque el mundo los descarte, Dios no los olvidará (véase 1 Corintios 15:58). Para Él, será «como las estrellas a perpetua eternidad» (Daniel 12:3).

Recompensas celestiales

La Biblia a menudo habla de las recompensas para los que fueron fieles a Dios, especialmente en el Nuevo Testamento. La metáfora común de las Escrituras son las «coronas». La palabra griega es stephanos, una corona de palmas que se daba a los ganadores de un juego de atletismo.3 Hay al menos cinco referencias que describen las coronas que se darán a los que son fieles:

  1. Una corona incorruptible para los que vivan una vida disciplinada (1 Corintios 9:25).
  2. Una corona de regocijo para los que evangelicen y discipulen a otros (1 Tesalonicenses 2:19).
  3. Una corona de justicia para los que anhelan la llegada del Señor (2 Timoteo 4:8).
  4. Una corona de vida para los que sufran pruebas y persecución (Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10).
  5. Una corona de gloria para los que pastoreen a los hijos de Dios fielmente (1 Pedro 5:1-4).

Igual que un campeón olímpico en el podio, los seguidores fieles de Cristo recibirán un día la recompensa de Su mano (véase Apocalipsis 22:12).

1. Véase por ejemplo Éxodo 32:33, Isaías 34:16; Malaquías 3:16; Lucas 10:20; Filipenses 4:3; Apocalipsis 3:5; 13:8; 17:8; 20:12, 15; 21:27; 22:19.

2. Durante Su ministerio, Jesús resucitó a Lázaro (Juan 11), la hija de Jairo (Marco 5:35-43; Lucas 8:47-56), y a otros (Lucas 7:11-17) de los muertos. Pero estas restauraciones de los muertos no están incluidas en las cuatro resurrecciones generales estudiadas en este capítulo por un par de razones. En primer lugar, la gente acababa de morir cuando Jesús los trajo de vuelta a la vida, no tenían un cuerpo eterno o renovado, sino sus cuerpos terrenales. En el momento que Dios eligiera, cada uno de ellos volvería a morir. En segundo lugar, estas resurrecciones fueron milagros específicos completados con el propósito de señalar a Jesús, el Mesías. Por otro lado, las cuatro resurrecciones generales tienen un propósito distinto. Llevan a cada persona al lugar en que pasarán la eternidad gracias a la relación de cada uno de ellos con Jesucristo.

3. Alfred E. Tuggy, Lexico Griego-Español del Nuevo Testamento, 1a. ed. (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1996), 4735.