Hechos 13: 45—48
Cuando Pablo era rechazado, no abandonaba la lucha. Como dice mi buen amigo y sabio mentor, Howie Hendricks: «Donde hay luz, hay insectos». Cuando más brillante era la luz de Pablo, más eran los insectos. Y en esas situaciones, los insectos tenían sus aguijones llenos de veneno.
¡Qué firmeza tan grande! Pablo no retrocedía ni un milímetro en su respuesta al rechazo público. ¿El resultado? No es de extrañarse que los gentiles que había entre la multitud se regocijarán por las buenas nuevas que él tenía para ellos. ¡Qué emocionante! Lo que había comenzado como un humeante rescoldo de curiosidad religiosa, se convirtió en llamaradas de fe.
¿Por qué razón Pablo y Bernabé pudieron perseverar? Porque ninguno de los dos había puesto su amor en las cosas terrenales. ¡Qué disciplina! Si usted quiere ser atrapado por la red del desengaño, enrédese en las cosas materiales. No solo le faltará coraje, sino que se hundirá como una piedra en un pozo. ¿Por qué causa? Porque la opinión de los demás comienza a ser lo más importante para usted. Cuando deja que las respuestas de ellos sean el peso de la balanza, entonces su aplauso será fundamental para que usted se mantenga a flote, y sus ataques le arrastrarán al fondo. Esa fórmula para el fracaso se puede encontrar en todos los ministerios que solo buscan complacer a las personas. Usted está condenado al desengaño si no se concentra en lo eterno.
Lee Iacocca, no mucho después de haberse separado del negocio de la venta de automóviles, dijo: «Me hallo en el ocaso de la vida preguntándome todavía en qué consiste la existencia. Lo que puedo decir es esto: la fama y la fortuna no son deseables».
Usted puede ser alguien que vive su vida buscando fama y riqueza y dependiendo del aplauso de los demás. Es un mal plan. Para comenzar, la riqueza tiene raíces poco profundas. Los vientos de la adversidad pueden llevársela fácilmente. «Las riquezas se harán alas como de águilas», escribe Salomón, «y volarán al cielo» (Proverbios 23: 5). Y la fama es tan voluble como la última respuesta de la multitud. Aprenda una doble lección de este perspicaz hombre, que fue más sabio que la mayoría de nosotros. Cuando usted sea alabado y aplaudido, no le dé ninguna importancia; y cuando sea rechazado y maltratado, no se rinda. No fue la opinión humana lo que le llamó al trabajo que está haciendo. Por lo tanto, no deje que las respuestas a las críticas de los hombres le desvíen del camino. Siga adelante.
¡No se enrede en las cosas materiales!
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.