1 Reyes 9:3-5
La adversidad y la prosperidad ambas confrontan nuestro equilibrio, pero quizás la prosperidad sea la prueba más desafiante. Hoy vamos a mirar a otro personaje bíblico que llegó a la cima y se mantuvo balanceado. El ejemplo clásico es David. Según los tres últimos versículos del Salmo 78:
«[Dios] escogió a su siervo David
y lo llamó del redil.
Tomó a David de donde cuidaba a las ovejas y a los corderos
y lo convirtió en pastor de los descendientes de Jacob:
de Israel, el pueblo de Dios.
Lo cuidó con sinceridad de corazón
y lo dirigió con manos diestras». (Salmo 78:70-72)
Mientras Jehová contemplaba el paisaje de Judea en busca del sucesor de Saúl, Él encontró a un joven adolescente que poseía una combinación única: la humildad de un siervo, el corazón de un pastor de ovejas y manos hábiles.
Y para su trigésimo cumpleaños, el hijo más joven de Isaí poseía el primer cargo en la nación. Rey. Al alcance de sus manos había una enorme tesorería, privilegios sin límite y gran poderío.
¿Y cómo manejó tal prosperidad? Vuelva a leer ese último versículo. Él cuidó a la nación «con sinceridad de corazón». A pesar de sus limitaciones e imperfecciones, él fue uno de los pocos que superó la prueba de la prosperidad.
¿Es usted uno de ellos? Si es así, cuando usted da su palabra, la cumple. Exactamente como dijo que lo haría. Porque la integridad significa que su palabra es confiable. Adicionalmente, cuando llegan las cuentas, usted las paga. Porque la integridad significa que usted es confiable en lo económico.
También, cuando se sienta tentado a meterse en una relación ilícita, usted se resiste a ello. Porque la integridad significa que usted es puro en lo moral. No se da licencias por tener la posibilidad de esconder las cosas. Tampoco tiene que disimular las cosas porque ahora es una persona importante. El tener éxito no le da a nadie el derecho de llamar bueno a lo que es malo. O de decir que algo está bien cuando no está bien.
La adversidad o la prosperidad, ambas son fuertes pruebas para nuestro equilibrio. Para mantener el balance a través de la prosperidad—ah, eso requiere integridad. El viento recio de la concesión es mucho más devastador que el golpe repentino de la adversidad.
Por eso, caminar sobre una cuerda alta es más difícil que mantenerse parado en una tormenta. La altura tiene una extraña manera de alterar nuestro equilibrio.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.