Génesis 39: 19-23

En este breve relato leemos dos veces: «El SEÑOR estaba con José». José comenzó a ver la mano de Dios en su experiencia carcelaria. En lo que pudo haber sido la más terrible de las situaciones, el más deprimente de todos los lugares, José prosperó. Por esto, fue liberado para ser utilizado estratégicamente por Dios en las vidas de por lo menos dos hombres. Asombrosamente, José prospero en la cárcel, donde uno menos lo pensaría.

Una acusación falsa puso a José en la cárcel, pero fue el Señor quien permaneció cerca de él y quien sustentó su alma mientras estuvo allí. Por eso, Jose halló favor ante los ojos del jefe de la cárcel, hasta el punto de que este le confió la supervisión de todos los demás presos. El jefe de la cárcel respetaba a José y le tenía tanta confianza que «no se preocupaba de nada de lo que estaba en sus manos, porque el SEÑOR estaba con Jose. Lo que hacía, el SEÑOR lo pros­peraba».

Es que Dios el Señor siguió siendo lo primero en la vida de Jose. Él era el centro de su vida. El lente de la voluntad de Dios se mantuvo entre Jose y sus circunstancias, permitiéndole a José ver a Dios en ellas, interpretar a Dios en ellas, y permitiéndole a Dios que lo usara en esas adversas circunstancias.

Cuando viene a nuestra vida una experiencia de encierro, la respuesta más rápida y más fácil es sentir que uno ha sido olvidado por Dios. No sé si usted ha leído alguna vez la tira cómica Ziggy, ¡pero a mí me gusta mucho, porque muchas veces él dice las cosas que yo he estado pensando! Una de mis caricaturas favoritas muestra a Ziggy, con su inmensa nariz y su cabeza calva, parado sobre una montaña y mirando algo muy a la distancia. El cielo este oscuro, y sólo se ve una nube solitaria y Ziggy grita: «¿Es que me van a tener esperando el resto de mi vida?».

Usted se ha sentido así, ¿verdad? «Señor les que nunca me vas a responder?». Muchas veces, el cielo se parece más a un frío bronce que a la misericordiosa morada de Dios. Clamamos, pero no recibimos ninguna respuesta.

Sin duda alguna, José no merecía la cárcel, pero el reaccionó muy bien a ella. Eso es lo maravilloso de la historia. Lo primero y más importante en su vida era su vital e invariable relación con su Señor. Y por eso, Dios lo utilizó de un modo estratégico y significativo.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.