Salmo 128
Por más que intente, usted simplemente no podrá encontrar un substituto para la familia. Dios lo programó así. A pesar de todo lo que estamos leyendo y viendo estos días que tiene el propósito de hacernos pensar que hemos entrado en la era de eliminación paulatina de la familia, ¡no lo crea! No hay otra cosa en la tierra que se acerque siquiera a los beneficios derivados de las relaciones asociadas con nuestras raíces. Nada.
El libro de Edith Schaeffer, titulado ¿Qué es una familia?, ofrece algunas respuestas sabias y significativas:
la cuna de la creatividad
un puerto seguro en la tormenta
un comunicador perpetuo de la verdad
una puerta que tiene bisagras y una llave
un control de la educación
un museo de recuerdos
A veces esos recuerdos familiares son absolutamente graciosos. Me acuerdo de un incidente estando en la mesa de cena de los Swindoll que narré en mi libro: Usted y su hijo.
Antes de comenzar la cena le sugerí a Curtis (quien tenía seis años) que él debía servirle a Charissa (ella tenía cuatro) antes de servirse a sí mismo. Naturalmente, él se preguntaba por qué, ya que la bandeja de pollo estaba reposando frente a él . . . y él sentía hambre como de león. Le expliqué que es buena costumbre que los chicos les sirvan a las niñas antes de servirse ellos mismos. La regla sonaba extraña, pero él estaba dispuesto . . . con tal de que ella no demorara mucho.
Bueno, usted nunca creerá lo que sucedió. Después de la oración, él recogió la inmensa bandeja, la sujetó para su hermana y le preguntó sobre cuál pieza de pollo ella quería.
A ella le encantó toda esa atención. Sin embargo, siendo que era bastante pequeña ella no tenía idea cuál pieza era qué. Por lo que, muy seriamente, ella respondió: «Me gustaría el pie».
Él miró en dirección mía, frunció el ceño al sentir los dolores de hambre traspasar su estómago, y volvió su mirada a ella y dijo: «Este . . . ¡Charissa, Mamá no cocina el pie!».
A lo que ella respondió: «¿Dónde está?».
Con una creciente ansiedad, él respondió (con tono algo más fuerte): «¡No lo sé! El pie está en otro lugar, no en esta bandeja. Mira, escoge un pedazo. Apúrate».
Ella estudió la bandeja y dijo: «Está bien, solo sírveme la mano».
A estas alturas su papá y su mamá estaban mordiéndose los labios para evitar reírse a carcajadas. Hubiéramos intervenido, pero decidimos dejarlos resolverlo solos. Es parte del proceso de aprendizaje.
«Un pollo no tiene una mano, tiene un ala, Charissa».
«Odio el ala, Curtis . . . Oh, adelante, dame la cabeza».
Para esto yo ya iba camino al baño. Ya no podía contener la risa. Curtis estaba al borde de la paciencia. Su hermana estaba totalmente frustrada, sin poder conseguir la pieza que quería.
Al darse cuenta de que él estaba irritado con ella y siendo que había una ausencia del pie y la mano y la cabeza, ella finalmente dijo, con tono de exasperación: «Oh, ¡está bien! ¡Escogeré el ombligo!».
Eso fue el acabose. Él metió la mano, agarró un pedazo y dijo: «Esto es lo mejor que puedo hacer!». Le dio la pechuga, que era lo más cercano al ombligo que pudo haber llegado.
Divertido. Simple y llanamente tiempos locos cuando risas de corazón y comentarios divertidos le quitan el filo a las demandas filudas e intensas de la vida. Las familias y la diversión van juntas como la crema en un helado cubierto de chocolate caliente.
En otras ocasiones, esos recuerdos de familia son profundas y estabilizantes. Mañana hablaremos más sobre ello y el valor de su propia familia.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.