2 Corintios 3:18
Por tanto, nosotros todos . . . somos
transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Señor.
2 Corintios 3:18
Tal vez usted nunca se ha detenido a considerar que Dios se ha comprometido a un objetivo principal en las vidas de todos los suyos: conformarnos a la «imagen de su Hijo». Necesitamos sacudir el polvo de esa meta eterna ahora que nuestra jaula está atiborrada y nuestras vidas están distanciándose cada vez más unas de otras.
Exactamente, ¿qué quiere nuestro Padre celestial desarrollar en nosotros? ¿Qué es esa «imagen de su Hijo»? Pienso que la respuesta sencilla se halla en las propias palabras de Cristo. Escuchen mientras Él declara la razón primordial de su venida: porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).
Nada de galimatías. Una admisión clara y directa. Vino para servir y dar. Tiene sentido, entonces, decir que Dios desea lo mismo en nosotros.
Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.