1 Juan 2:15-17; Marcos 4:19

Hemos estado hablando de la parábola de Jesús en Marcos 4:1-20 sobre el agricultor que siembra semillas en cuatro diferentes tipos de tierra. Tal como mencioné en la primera parte, me inquieta el tercer grupo porque las espinas entran y destruyen el crecimiento saludable del cristiano.

Es interesante que las espinas ya estaban presentes cuando entró la semilla, y que las espinas nunca estuvieron completamente fuera de escena aun cuando las semillas comenzaron a echar raíces (Marcos 4:7).

¿Y qué representan las espinas? De nuevo, tenemos las propias palabras de Jesús para responder a esa pregunta. Ellas representan «las preocupaciones de esta vida», «el atractivo de la riqueza» y «el deseo por otras cosas» (4:19). Cuando entran estas espinas, el crecimiento espiritual y la productividad salen sigilosamente por la salida posterior. Nuestro Señor no dice que podrían causar problemas, ni sugiere Él que estas son conocidas por impedirnos. Él dice que ellas. . . entran y ahogan la palabra, y esta ya no puede producir fruto (v. 19).

Punto. No hay si es ques, tambienes o quizases. Las espinas son dictadoras. Ellas no conocen la coexistencia pacífica con la vida de libertad y victoria. Descartando un atrevido ataque frontal, estas enemigas de nuestra alma usan una estrategia más sutil. Metiéndose bajo la puerta trasera, sus largos tentáculos avanzan lentamente, tan silenciosamente que la víctima casi no se da cuenta de que él o ella está siendo estrangulada. Demandando el primer lugar, al final ellas roban cada mililitro de interés espiritual y energía emocional.

¿Es usted un preocupado compulsivo? El término inglés worry que se traduce preocupar se deriva de la antigua palabra alemana wurgen, que significa «ahogar». De alguna manera, por extensión, la palabra llegó a denotar «estrangulación mental», y posteriormente para describir la condición de ser acosado por la ansiedad. Todo eso y más están en la mente de Jesús al presentar esta parábola.

Son las espinas que nos molestan. Siempre creciendo, siempre agresivas y listas para «ahogar la palabra» para que se vaya de nuestra mente. Al igual que la preocupación —una angosta corriente de temor pasa lentamente por nuestra mente. Si se le da cabida, corta un canal más profundo dentro del cual otros pensamientos pueden ser drenados —a menudo, buenos pensamientos, pensamientos que Dios ha dado que vienen directamente de Su Libro.

Lo mismo es cierto del «atractivo de la riqueza». ¡Qué pasión consumidora. . . pero que vacía, que poco satisfactoria! Nosotros racionalizamos, por cierto, al decir que no significa tanto para nosotros. Como el finado campeón de peso pesado, Joe Louis, quien sonrió y dijo: «En realidad, a mí no me gusta el dinero, pero calma mis nervios». Seguro, Joe, claro que sí.

Pero esta tercera clase de espinas es la matadora: «el deseo por otras cosas». Mejor pensar bien sobre esta. Es la imagen del descontentamiento, la plaga de la búsqueda: empujando, esforzando, estirando, alcanzando sin parar mientras nuestras mentes son ahogadas por la mentira: «suficiente simplemente no es suficiente».

¿Halla usted que es casi imposible sentirse satisfecho con su situación actual? Si es así, estas palabras no son algo nuevo para usted —ha sido pinchado por estas espinas desde que su tierra recibió por primera vez la semilla de Dios. . . y si se supiera la verdad, por dentro usted disfruta la presencia de ellas. Después de todo, es arriesgado abandonar la vida entera a Dios a través de la fe. Usted preferiría preocuparse, poseer y quejarse, en vez de descansar, soltar y regocijar. Las espinas inyectan una poderosa anestesia.

¿Por qué será que tantos cristianos viven entre espinas como estas? Porque tenemos un callado, respetable, secreto amor por ellas. Yo lo sé. Tengo las feas cicatrices para comprobarlo. Cada una es un testigo mudo de años atrapado en la zarza. Y, de vez en cuando, aún tengo que arrancarme alguna de ellas.

Nunca he escuchado de tal, pero quisiera proclamar el día de hoy como el Día de arrancar espinas. Puede que sangremos un poco y puede que nos duela. . . pero ¡oh lo bello que es un día sin espinas!

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.