Salmos 91

El primer versículo de Salmo 91, una canción acerca de luchar contra las fuerzas del mal, establece el contexto del resto del capítulo. Examinemos los dos primeros renglones.

Protección en medio de la maldad

No debemos olvidar que los creyentes en el Señor Jesucristo siguen rodeados por la presencia de la impiedad. De hecho, nuestro Salvador oró, de manera específica, diciendo: «No ruego que los quites del mundo sino que los guardes del maligno» (Juan 17:15). Es difícil comprender la razón, pero Dios ha planeado que continuemos viviendo en un mundo secular hostil e impío (kosmos).

Dios, de manera deliberada, no nos ha removido de esa atmósfera de hostilidad. Más bien, nos ha prometido protegernos en medio del conflicto. Aunque no nos ha aislado del mundo, Él nos ha dado su protección, una especie de aislante que nos protege de los ataques del maligno. Dios no quiere que nos alejemos como si fuésemos ermitaños a una cueva sino que más bien vivamos valientemente en la línea de fuego, protegidos con su poder en medio de un ambiente maligno.

Para que nosotros podamos disfrutar los beneficios de esa protección, debemos vivir a la luz del Salmo 91, el cual utiliza analogías y metáforas para transmitir verdades espirituales. El secreto de la supervivencia es «habitar al abrigo del Altísimo» y «morar bajo la sombra del Todopoderoso».

La palabra «habitar» (v. 1) se traduce de la palabra hebrea, «yashav», que significa mantenerse, acatar o acomodarse. El término transmite la idea de permanencia y en ese versículo el verbo, «habitar» se utiliza de manera figurativa para expresar la idea de vivir dentro de una comunión consciente con alguien y de recibir fortaleza diaria de ese alguien. ¿Ha escuchado usted la expresión, «vivir de la tierra»? La idea que este versículo nos da es que «vivamos de Dios», que recibamos lo que necesitamos de Él. Esto requiere una actitud de continuo reconocimiento de la presencia y la participación de Dios en nuestras vidas. El concepto se amplía aún más cuando leemos el término «sombra» en el versículo 1. Aquí la palabra es «sathar», que significa un lugar secreto, una cueva. Cuando varios soldados se encuentran detrás de la línea enemiga, necesitan encontrar un lugar escondido para descansar y por ende a salvo del enemigo. El pasaje dice que el Señor es nuestro refugio donde podemos encontrar seguridad y descanso.

Antes de seguir adelante, permítame enfatizar que el Salmo 91 fue escrito para los «residentes». El texto no promete liberación o protección a todo el mundo sino solamente a los «residentes». Los residentes son aquellas personas que reciben fortaleza diaria del Señor mientras participan de una comunión íntima con Él. No debemos olvidar eso.

La última parte del versículo nos dice que para mantener esta comunión especial, debemos «morar bajo la sombra del Todopoderoso».

La palabra, «morar», viene del término hebreo «lun» que significa pasar la noche. Esto transmite la idea de quedarse temporalmente en algún lugar, un descanso temporal.

¿Qué es lo que nos quiere decir entonces el versículo 1? El pasaje sencillamente nos dice que si aquellos que conocemos al Señor Jesucristo vivimos conscientemente en una comunión con él (confesamos nuestros pecados y caminamos todos los días en dependencia total de Él), disfrutaremos los beneficios de vivir bajo su protección en aquellas ocasiones cuando necesitamos descansar. Si mantenemos nuestro caminar con Él, podemos contar con Él para que nos libre durante los momentos difíciles.

La canción continúa desarrollando la idea de protección y refugio contra los ataques de Satanás utilizando símbolos de guerra.

Diré yo al Señor: «¡Refugio mío y castillo mío, mi Dios en quien confío!».

Un refugio es un lugar para descansar. Un castillo es un lugar de defensa. Note que el pasaje no dice que el Señor va a proveer esas cosas. Más bien dice que el Señor es un refugio y un castillo. Por esa razón vivir en él es esencial; solo en Él encontraremos descanso y protección. Y en Él podemos poner toda nuestra confianza.

Al final del versículo 2, aparece la palabra «confiar». Esa misma palabra hebrea aparece en Proverbios 3: 5:

Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia.

La confianza en Dios debe ser total. Un constructor que realiza su trabajo a cuarenta pisos de altura en un edificio de la ciudad depende de una cuerda de seguridad que evite la caída en caso de que pierda el equilibrio. Él confía que el cable y el arnés lo sostengan en caso de una emergencia. Esa es la clase de confianza que Dios quiere de nosotros.

Afirmando el alma: ¿Por qué cree usted que Dios eligió dejar a Su pueblo en el mundo, en medio de la maldad, en lugar de llevarnos al cielo inmediatamente? ¿Cuál sería su definición de «protección» del «maligno»? ¿Cuáles pasajes de la Escritura apoyan su definición?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.