Mateo 7:1-5
A los adolescentes se los acusa bastante. Siempre ha sido así. Por alguna razón, si usted tiene entre doce y veinte años, es un sospechoso. La policía los mira fijamente y los adultos mayores los miran con enojo. ¿Por qué? Pues . . .
Usted maneja demasiado rápido, piensa demasiado lento, no es responsable y no es confiable. La música que escucha es salvaje y malvada, las cosas que lee son de poca profundidad y sórdidas, los lugares a los que asiste son bulliciosos y de mala pinta. Su ropa está arrugada, su cuarto es un desastre, su auto es un dios, sus amigos son de poco valor y su trabajo es malhecho. ¿Y nos atrevemos a mencionar los modales? Usted habla con la boca llena, se sienta mal y hace ruidos al comer, no mira a las personas a los ojos, trata a su hermano y hermana como si tuvieran lepra avanzada y eructa como si no hubiera un mañana. Es alérgico a cosas como tareas, platos sucios, música de ascensor, vacaciones con la familia, no estar en el teléfono, decir «gracias», el botón «apagar» de la TV, levantarse en la mañana y acostarse en la noche.
Si tiene un poco de dinero, probablemente está metido en el negocio de las drogas. Si está interesado en la iglesia, es probable que allí se encuentra una lola a la que está mirando. Si tiene citas frecuentes con chicas, es probable que esté haciendo lo indebido. Si no regresa a casa a la hora que dijo, probablemente se encuentra donde no debe estar. Si no forma parte del mundo de los universitarios, probablemente no tiene ambiciones. Y si no consigues un trabajo, es un descuidado. Si sonríe demasiado, probablemente está preparando para hacer algo. Si a veces frunce el ceño, tiene una pésima actitud. Si tose con frecuencia, probablemente ha estado fumando marihuana y si conduce fuera del carril, es obvio que está ebrio.
¿Le está cansando esto? Ellos también se cansan de eso. Habiendo criado a cuatro de ellos y habiendo conversado con cientos de otros, le puedo decir que ellos a menudo se sienten así: «No puedo ganar». Hay excepciones, pero por lo general, los adolescentes de hoy están cargados de talento, tienen un potencial increíble, y cuando se ponen las pilas, puede alcanzar logros fenomenales.
En el colegio jugué algo de basquetbol, pero en todos esos años nunca conocí, leí sobre o escuché de otro atleta que podía acercarse a la habilidad bruta de los adolescentes que he visto en las canchas de tenis, las canchas de basquetbol y las de fútbol (ni mencionar las Olimpiadas). Por dos años, estuve involucrado en equipos de drama y de debate, pero el talento natural que veo entre los adolescentes que hoy son actores, actrices y oradores públicos es suficiente para hacerme menear la cabeza con asombro. ¡Estos jóvenes son impresionantes! Y a menos que usted está muy metido en la electrónica, no intente superarlos hablando de los últimos teléfonos y no intente ganarles en juegos de video. Y si ellos se encienden en lo espiritual. . . su nivel de pasión y gozo está entre maxi y mega.
Está bien, está bien, no están tan allí cuando se trata de las cosas más finas de la vida (¿lo fue usted?). O en cuanto a terminar lo que empiezan (¿lo estuvo usted?). O para ver los peligros que hay por delante (¿los podía ver usted?). O el ser agradecidos, considerados, no egoístas y responsables. Pero lo que puede que les falte en cuanto a esas áreas, lo superan con decir lo que piensan, con una entrega a las cosas en las que creen y con la supervivencia en la selvática carrera de obstáculos de la presión de los compañeros, los reclamos de los padres y las molestias que les causan los profesores.
Francamente, soy loco por los adolescentes. Con todas sus imperfecciones, aprecio el nivel de honestidad brutal que tienen. (¿Se ha dado cuenta? Ellos pueden ver a un falso religioso a una cuadra de distancia). También admiro su resiliencia en medio de desilusiones como la separación de sus padres, y aplaudo sus esfuerzos por mantenerse puros mientras caminan por la cloaca de revisteros, conciertos deslumbrantes de rock, películas llenas de lujuria y blasfemias y los programas de streaming que están disponibles las 24 horas del día. Lo que me sorprende es que más no sean delincuentes.
Y antes de que nos volvamos presumidos, recordemos un poco cuando fuimos adolescentes. Estoy convencido de que para cuando salí del colegio, había desgastado a cinco, seis o siete ángeles guardianes. La Escritura dice que cuando un pecador se arrepiente, hay regocijo en el cielo. Por un largo tiempo he tenido esta teoría secreta de que Miguel y Gabriel armaron una serie de fiestas celestiales cuando algunos de nosotros cumplimos los veinte años. Quiero decir, usted y yo no fuimos exactamente dos personajes perfectos en un colegio de cuentos. Lo que me hace recordar un escrito corto que vino del restaurante más antiguo de mariscos del país. Mientras uno espera su comida, esto le provee de alimento para el pensamiento.
¿Quién tiene la culpa?
Lo leemos en los diarios y lo oímos por la transmisión.
De matanzas y robos y crimen en todos lados.
Suspiramos y decimos, al notar la tendencia,
«Esta generación joven. . . ¿en qué acabará esto?»
¿Pero podemos estar seguros de que la culpa es solo de ellos?
¿Seremos menos culpables los que ponemos en su camino
tantas cosas que los hacen desviar?
Demasiado dinero, demasiado tiempo libre;
Demasiadas películas de pasión y crimen.
Demasiados libros que no valen la pena leer
Demasiada maldad en lo que oyen decir.
Demasiados niños son animados a vagar
Demasiados padres que rehúsan quedarse en casa.
Los niños no producen películas, ellos no escriben los libros
Ellos no pintan los dibujos de gánsteres y de ladrones.
Ellos no producen el licor, ellos no administran los bares,
Ellos no cambian las leyes y ellos no fabrican los autos.
Ellos no venden las drogas que atontan la mente;
Todo eso es hecho por gente de más edad. . . ansiosos por las ganancias.
Adolescentes delincuentes; Oh, cómo condenamos
Los pecados de la nación y los culpamos a ellos.
Por las leyes de los no culpables, que el Salvador dio a conocer
¿Quién entre nosotros podrá lanzar la primera piedra?
Porque en muchos casos —es penoso pero cierto—
El título de «Delincuente» ¡les calza a personas mayores, también!
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.