Proverbios 1

Seamos realistas: somos un rebaño de ovejas descarriadas. No porque seamos ignorantes sino porque somos desobedientes. Con frecuencia, sabemos lo que tenemos que hacer, pero simplemente no ponemos en práctica lo que sabemos. Y por esa razón pasamos nuestros días enfrentando consecuencias dolorosas y molestas. El afán de la desobediencia no es algo nuevo ni tampoco fácil. Desafortunadamente, ha caracterizado la experiencia humana casi desde sus inicios. Los dichos de Salomón abordan esta tendencia de frente.

De acuerdo con este maestro antiguo, el secreto para escapar del afán de la desobediencia es la sabiduría. Claro está, la sabiduría desde el sentido hebreo del término. La sabiduría bíblica es un proceso que comienza obteniendo conocimiento; luego, al elegir hacer a un lado nuestra antigua forma de pensar, ponemos este nuevo conocimiento en práctica. En los versículos de Proverbios 1:20-33 la sabiduría se personifica como una heroína valiente que se encuentra en medio del camino (un simbolismo de la vida diaria) y de allí clama al mundo. Ella pide nuestra atención. Ella no quiere que divaguemos peligrosamente durante el día sino que nos invita a que nos comprometamos a vivir una vida con propósito, donde ella sea nuestra consejera. La lectura de este pasaje revela tres conceptos relacionados con la sabiduría:

  1. La sabiduría está disponible (vv. 20, 21).
  2. La sabiduría no se puede ignorar o desechar (vv. 24, 25).
  3. Ignorar la sabiduría causa consecuencias graves (vv.26-28, 31, 32).

Entre más analicemos los dichos de Salomón, más fácil será descubrir lo que trae sabiduría a nuestra vida. ¿Cuál es el secreto? Aceptar la disciplina de Dios. Adelantémonos un momento y veamos una copla complementaria que aparece en Proverbios 3:11, 12:

No deseches, hijo mío la disciplina del Señor ni te resistas por su reprensión porque el SEÑOR disciplina al que ama, como el padre al hijo que quiere.

Y junto con ello también veamos lo que dice el capítulo 29, versículo 1:

El hombre que al ser reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y para él no habrá remedio.

La palabra «reprensión» viene de un término hebreo que significa corregir o convencer. Con frecuencia pienso que las reprensiones de Dios son como tirones de orejas que Él nos da, como impulsos internos diseñados para corregir nuestro camino. Nos alertan cuando nos hemos desviado del curso. Es como si Dios nos estuviese diciendo: «Hijo mío, eso está mal; cambia de dirección». Esas reprensiones, advertencias o tirones de orejas pueden evitar que desobedezcamos, si las escuchamos. Si lo hacemos, evitaremos ser como el iluso de la siguiente parábola moderna: «Un hombre compro un auto y disfrutaba usándolo para ir a todos lados. Desafortunadamente, no escuchó las instrucciones del vendedor que le revisara el nivel del aceite del motor y que lo cambiara cada cinco kilómetros. Después de un año, empezó a ignorar el color del aceite quemado y el ruido del motor. Cubrió la luz que señalaba la falta de aceite en el tablero de instrumentos de su auto para no verla. Un día, su auto ya no avanzó más. Desafortunadamente, también hizo caso omiso del consejero de su planificador financiero y por eso tampoco tenía dinero para comprar un motor nuevo».

Reflexión: ¿Qué señales de advertencia ha visto últimamente que quizás haya ignorado? Esas señales pueden tener diferentes orígenes: un niño, una canción, la Escritura, un sermón, un ser querido, etc. ¿Cuál ha sido su respuesta? ¿Hay algo que deba dejar de hacer? ¿Hay algo que deba comenzar a hacer?

El secreto para escapar del afán de la desobediencia es la sabiduría

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios (Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.