1 Samuel 25: 1—19

Cuatrocientos hombres son suficientes para ocuparse de Nabal, ¿no lo cree usted? Cuando a uno se le va la mano en algo, en nuestra casa tenemos un dicho que dice: «Estás matando una cucaracha con una escopeta». Uno mata la cucaracha, pero al mismo tiempo vuela la pared. Nadie toma una espada para tener una conversación, por lo que podemos tener una buena idea de lo que hay en la mente de David aquí. ¡Eso sí que era exagerar! No tenía ninguna necesidad de tomar a cuatrocientos hombres para aplastar a un miserable. David había perdido el control.

Mientras tanto, allá en el rancho, póngase usted en los zapatos de Abigail. Francamente, ¡esta podía ser la oportunidad para deshacerse de un marido fracasado y detestable! Por sus criados se entera de que David va a acabar con él. Ella pudo haber dicho algo espiritual como: «Oh, voy a orar por esto». Se escucha el ruido ensordecedor de los cascos de los caballos que descienden por la colina, y ella está allí orando: «¡Señor, llévatelo y por favor que sea rápido!» ¡Después de todo, fue Nabal quien se lo buscó! Era tiempo de que aprendiera una lección.

Así es como piensa una persona carnal (o una esposa carnal). Así es como piensa un empleado carnal. «Ahora es mi oportunidad. Está indefenso, y de todas maneras es su culpa. ¿No es grandioso?» Un despliegue de perversidad. Pero, en vez de eso, observe lo que sucede:

Pero uno de los criados avisó a Abigaíl, mujer de Nabal, diciendo:

-He aquí que David envió unos mensajeros desde el desierto para que saludaran a nuestro amo, y él los ha zaherido, a pesar de que esos hombres han sido muy buenos con nosotros. Nunca nos han hecho daño, ni nos ha faltado nada mientras hemos andado con ellos cuando estábamos en el campo. Nos han servido como muro de día y de noche, todos los días que hemos estado apacentando las ovejas entre ellos. Ahora pues, mira y reconoce lo que has de hacer, porque el mal está decidido contra nuestro amo, y contra toda su casa pues él es un hombre de tan mal carácter que no hay quien pueda hablarle.

1 Samuel 25:14-17

Note que los mensajeros vinieron a hablar con Abigaíl, con Nabal.

¿Por qué razón? Porque él no era accesible. Esa es otra indicación de la sabiduría de Abigaíl. Ve a su esposo tal como es. Conoce sus debilidades. Y en el momento de la mayor debilidad de él, Abigaíl no le riñó, sino que lo protegió. ¡Qué misericordiosa. . . y qué sabía fue esta esposa!

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.