Proverbios 1

En tanto que vamos familiarizándonos con estos dichos antiguos, debo mencionar que este libro está lleno de personas que enfrentan una variedad de desafíos comunes. Hace años, realicé un análisis profundo del libro de Proverbios y descubrí que incluye más de ciento ochenta tipos de categorías de personas. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ilusos y sabios, judíos y gentiles, ricos y pobres, casados y solteros. Los Proverbios hablan de prácticamente cada opción demográfica imaginable así como de consejos específicos concernientes a los asuntos que enfrentan. Además, los sabios discuten circunstancias que todas las personas deben enfrentar, sin importar edad, género, raza, nacionalidad, ubicación, época o religión que se practique. Los temas comunes incluyen el trabajo, el dinero, el matrimonio, la amistad, la familia, la vida hogareña, las dificultades, los conflictos, la juventud, la vejez, el pecado, el perdón… Desafíos que todos tenemos y que, por ende requieren guía para que podamos enfrentarlos.

No es de extrañarse que tantas personas en la historia hayan considerado muy útil este libro en lo que respecta a obtener sabiduría para la vida horizontal.

A pesar de la amplia gama de temas, sin embargo, todo gira en torno a una relación personal de cada individuo con Dios y con su Palabra. Al final de este libro de sabiduría descubrimos una gran paradoja. Sin importar las categorías que nos dividan, los seres humanos estamos unidos por los mismos desafíos. Es más, la sabiduría práctica provista por el libro de Proverbios dirige a todas las personas con todas sus diferencias hacia la misma dirección: hacia una relación correcta con Dios.

Aun cuando los sabios afirman que hay un solo Dios que dirige a la humanidad, lo presentan como un ser complejo de muchas facetas con respecto a su personalidad y su función. Él es trascendente (distinto de la creación); no obstante, es inmanente (se involucra personalmente con el mundo). Él es el rey soberano del universo, inefable e inescrutable y, sin embargo, nos invita a que tengamos una relación personal con Él. Él es el juez justo que da recompensas y castigo de acuerdo con el mérito, no obstante, es el defensor del desvalido, que da gracia y misericordia a todo el que se la pide.

Tal como el libro de la sabiduría lo revela, Dios se presenta a sí mismo a cada individuo sobre la base de su necesidad espiritual.

Para todos los seres humanos, Dios es el creador (3:19, 20; 14:31; 16:1 1; 17:5; 20:12; 22:2), el omnisciente pastor de las almas (5:21; 15:3; 15:1 1; 22:12; 24:12). Para el pecador obstinado que no quiere arrepentirse, Dios es el juez justo (8:35; 17:15; 21:3; 22:22, 23; 23:10, 11; 29:26). Para el desvalido, Dios es el defensor del débil (14:31; 15:25; 17:5; 22:2, 22, 23; 23:10, 11; 29:13). Para el obrero fiel, el Señor es el benefactor del justo (3:1-10; 8:35; 10:32; 11:1, 20; 12:2; 15:8; 16:20; 18:22; 19:17; 28:25).

Ahora bien, es importante que usted y yo recordemos que Dios es el autor de la sabiduría y que no puede ni debe ser ignorado sin que ello traiga consecuencias en esta vida y en el porvenir.

Reflexión: Si usted recibiera una carta escrita por Dios dirigida específicamente a usted, ¿cuál sería su reacción? ¿Qué haría con ella? Ya que el libro de Proverbios ofrece un consejo práctico que se aplica a todas las personas, en cualquier lugar, en cualquier momento y en cualquier cultura, podemos decir con certeza que Dios escribió este libro para usted. ¿Cómo está respondiendo al leerlo?

Sin importar las categorías que nos dividan, los seres humanos estamos unidos por los mismos desafíos.

Charles R. Swindoll Tweet esto

Adaptado del libro, Viviendo los Proverbios  (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2014). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.