Salmo 1

Mientras leo el Salmo 1, tres ilustraciones de la Biblia llegan a mi mente. Dos hombres coquetearon con la maldad y luego cayeron; pero hubo otro que rehusó «caminar en el consejo de los impíos».

Las dos primeras ilustraciones tienen que ver con Lot y Sansón; la tercera tiene que ver con José.  La gente alrededor del mundo sabe de Sansón, cuya vida se describe claramente en Proverbios 5: 20 -23:

¿Por qué, hijo mío, andarás apasionado por una mujer ajena y abrazarás el seno de una extraña? Los caminos del hombre están ante los ojos del SEÑOR, y él considera todas sus sendas. Sus propias maldades apresarán al impío y será atrapado en las cuerdas de su propio pecado. Él morirá por falta de disciplina, y a causa de su gran insensatez se echará a perder.

Muchas personas no saben quien es Lot, el sobrino de Abraham. Teniendo en mente Salmo 1:1, lea lo que dice el Génesis 13:

Lot eligió para sí toda la llanura del Jordán, y partió Lot hacia el oriente. Así se separaron el uno del otro. (v. 11)

Como puede ver, Lot «camino en el sendero del impío».

Abram habitó en la tierra de Canaán, y Lot habitó en las ciudades de la llanura y fue instalando sus tiendas hasta Sodoma.  Los hombres de Sodoma eran malos y muy pecadores contra el Señor. (vv. 12-13)

Así que en una segunda etapa, Lot «se detuvo en el lugar de los pecadores».

 Finalmente, se nos relata en Genesis 19:

 Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado junto a la puerta de Sodoma. (v. 1)

En una tercera frase, Lot ahora vivía en medio de ellos y su morada se encontraba en la «silla de los burladores».

En el caso de José, el asunto era totalmente diferente. José rehusó permitir que el trajín diario de la transigencia le afectara aún cuando la esposa de Potifar continuara seduciéndole. Haga una pausa y lea Génesis 39: 1-12. Ahí leera que José, literalmente, huyó de ella y de sus seducciones. Me parece muy significativo que cada vez que el Nuevo Testamento habla sobre los pecados sexuales, se nos dice que debemos «huir». El Salmo 1:1 nos asegura que seremos sumamente felices si nos alejamos de las primeras señales de transigencia con la maldad. La felicidad ocurre cuando hay mancha en nuestra pureza moral.

La canción antigua continúa diciendo: «Más bien, en la ley del Señor está su delicia, y en ella medita de día y de noche». (v. 2)

Este versículo comienza con la frase, «más bien» que implica un contraste. El primer versículo explica una situación negativa, mientras que este versículo explica una situación positiva. En contraste a la transigencia y a la erosión, el creyente piadoso se ocupa en la Palabra de Dios.

¿Por qué David menciona la ley aquí? Porque si deseamos cambiar nuestro estilo de vida, necesitamos un parámetro absoluto, una dirección clara. La Palabra de Dios nos da esa dirección. La palabra, «ley» se refiere a la palabra escrita de Dios, la Biblia (Salmo 119: 9). El salmista afirma que una persona justa se «deleita» en la Palabra de Dios. Ella no mira la Escritura como si fuese una carga o una interrupción en su día. Más bien, de día y de noche medita en ella.

El versículo 1 del Salmo 1 nos promete la felicidad; el versículo 2 nos provee los medios para alcanzarla. Ahora el versículo 3 nos muestra el resultado final:

Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae. Todo lo que hace prosperará.

Es interesante ver que el verbo que se utiliza en este pasaje con la persona justa tiene que ver con «ser» en lugar de «hacer».

Me impresiona saber que seremos algo en vez de hacer algo como resultado de deleitarnos y meditar en la Palabra de Dios. El versículo nos dice, si ninguna pompa pero con seguridad, que  seremos como un árbol en cuatro formas específicas. Seremos:

  1. Plantados: fuertes, estables, arraigados, sólidos y firmes.
  2. Fructíferos: la producción es algo que ocurre naturalmente después de ser plantados y de crecer.
  3. Vivos: aun en medio de días difíciles, el alma no se marchita.
  4. Prósperos: cumple los objetivos que Dios ha diseñado para su vida.

Jeremías dice lo mismo: «Será como un árbol plantado junto a las aguas y que extiende sus raíces a la corriente» (Jeremías 17: 5- 8). Permítame animarle a que camine de manera pura e intransigente; que se deleite en la Palabra de Dios y que llegue a ser un «árbol espiritual» estable y confiable.

No existe ningún atajo para la madurez espiritual. Al igual que la madurez física, el desarrollo ocurre diariamente y necesita buena alimentación y un ambiente adecuado. Si usted sigue una buena dieta espiritual y un ambiente adecuado, usted puede experimentar «abundancia de felicidad» y lo mejor de todo es que el afán diario de la transigencia y sus efectos dañinos no le afectarán.

Afirmando el alma: Considere sus propias circunstancias y pregúntese a sí mismo, en términos prácticos, ¿qué significa caminar en el consejo de los impíos? ¿Cuáles decisiones se toman allí? Por otro lado, ¿cómo puede usted cultivar ese «deleite» en la Palabra de Dios? Haga una lista de los pasos a seguir y establezca objetivos específicos para ponerlos en práctica.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.