1 Corintios 4:1

Así, pues, téngannos los hombres por servidores de
Cristo, y administradores de los misterios de Dios.
1 Corintios 4:1

Un espíritu de humildad es muy raro en nuestros días de actitudes obstinadas, arrogantes como de pavo reales. El puño crispado ha reemplazado a la cabeza inclinada. La boca grande y la mirada feroz ahora dominan la escena que en un tiempo ocupaba la piedad quieta de los «pobres en espíritu». ¡Cuán santurrones hemos llegado a ser! ¡Cuán confiados en nosotros mismos! Y, con esa actitud, ¡cuán desesperadamente desdichados somos! Cristo ofrece felicidad genuina, duradera, a aquellos cuyo corazón de buen agrado declara:

Nada en mi mano traigo,
simplemente a tu cruz me aferro.
-Augustus M. Toplady

La condición indispensable para recibir una parte del reino de los cielos es reconocer nuestra pobreza espiritual. A la persona que tiene corazón de siervo -muy parecido a un hijo que confía por completo en la provisión de sus padres- se le promete un lugar en el reino de Cristo.

Adaptado del libro, Sabiduría Para el Camino: Palabras Sabias para Personas Ocupadas (Grupo Nelson 2008). Copyright © 2008 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.