Jueces 11:1-3, 11

Antes de tomar su turno al bate, Jefté tenía tres strikes en su contra.

  • Era un hijo ilegítimo. Primer strike.
  • Era el hijo de una mujer de taberna y un bruto. Segundo strike.
  • Fue criado en un ambiente de odio y hostilidad. Tercer strike.

Nutrido en una jaula sobrepoblada de medios hermanos, él fue el blanco constante de comentarios malintencionados y blasfemias violentas. Para decirlo de manera suave, Jefté era indeseado. Esto él lo compensó convirtiéndose en el chico más rudo de la cuadra.

Echado del hogar antes de alcanzar la adultez joven, escogió el estilo de vida de un rebelde junto a unos matones rudos que se codeaban en un lugar llamado Tob. Ganándose la reputación de ser el más duro de los tipos duros, fue elegido líder de la pandilla. Ellos rajaron y apisonaron por las aldeas como una manada de hienas salvajes. Si hubieran tenido motos, la leyenda de sus chaquetas de cuero negro diría «Los Tipos de Tob», mientras conducían velozmente por los cerros escapándose de los representantes de la ley en esos lugares. Léalo por sí mismo en Jueces 11:1-3. Allí lo encuentra todo. Un rechazado de la sociedad, Jefté era Charles Manson, el estrangulador de Boston y el asesino Clyde Barrow (de la pareja famosa Bonnie y Clyde) todos juntos en un solo cuerpo explosivo. Que él y sus gorilas se dejen caer en la Heladería Tob para tomarse unos batidos de leche era tan relajante como ir a nadar con el monstruo de lago Ness.

De repente, las cosas cambiaron. El pueblo de Israel se enfrentó a un bombardeo de hostilidades de sus no-tan-amigables vecinos al Este —los amonitas. Cuanto más arreciaba la batalla en contra de este enemigo odioso, más se evidenció que Israel estaba contra las cuerdas. La derrota era inevitable. Los judíos necesitaban un líder que tuviera las agallas para hacerle frente a los ardientes adversarios de Amón. ¿Puede adivinar en quién pensaron los israelitas? ¡Correcto! Ellos calcularon que solo un tipo con el prontuario de él podría calificar para este trabajo, por lo que mandaron a llamar al hombre de Tob. Temblando, le dijeron:

¡Ven y sé nuestro comandante! ¡Ayúdanos a pelear contra los amonitas! . . . [y] te proclamaremos gobernante de todo el pueblo de Galaad. (Jueces 11:6, 8)

¡Qué oferta! Pedirle a Jefté que pelee era como pedirle a Pablo Picasso que pinte un cuadro, o a Celia Cruz que cante una salsa. Para Jefté, este era el día de su oportunidad. Después de una breve ronda verbal, jugando al gato y al ratón, el mafioso firmó en la línea punteada. Como era predecible, él aniquiló a los amonitas en breve y las Noticias nocturnas de Tob salió de impresión con el titular:

MATÓN SE CONVIERTE EN HÉROE—

¡EX REO ELEGIDO JUEZ!

Jefté el juez. Compañeros mafiosos ahora tenían que decirle: «su señoría». ¡Qué cambio! Él encajaba en el trono tan apropiadamente como Hitler encajara en la Casa Blanca. Jefté no tenía ningún derecho de reclamar para sí un cargo tan alto.

Eso hubiera sido cierto —con excepción de una cosa: la gracia de Dios. Ahora recuerde, Dios es el que crea trofeos de la pila de deshechos. . . el que consigue Su arcilla de debajo de un puente. . . el que forma instrumentos de hermosura de los fracasos sucios de antaño.

Para subrayar esta verdad, considere el comentario impresionante que Pablo hizo a un grupo de cristianos corintios poco sofisticados:

No se engañen a sí mismos. Los que se entregan al pecado sexual o rinden culto a ídolos o cometen adulterio o son prostitutos o practican la homosexualidad o son ladrones o avaros o borrachos o insultan o estafan a la gente: ninguno de esos heredará el reino de Dios. Algunos de ustedes antes eran así. (1 Corintios 6:9-11a)

No pasen demasiado rápido por las últimas seis palabras:

Algunos de ustedes antes eran así. . .

Nuestro Padre, con gran gracia, nos amó cuando usted y yo éramos Jefté —un rebelde o un borracho o un chismoso o un ladrón o un mentiroso o un peleón o un Fariseo o un playboy o una adúltera o un hipócrita o un bienhechor o un fracasado escolar o un adicto a las drogas. En busca de pecadores, Él nos encontró en una situación desesperante. Levantándonos hasta el nivel de Su Hijo muy amado, Él nos recibió, lavó nuestras heridas y cambió la dirección en que íbamos. Toda nuestra asistencia a la iglesia y cantar de himnos y oraciones largas y participación en comités y conversaciones religiosas nunca borrarán el hecho que fuimos cavados de una fosa profunda, oscura y mortal. Y que nunca lo olvidemos. Nosotros. . . inadaptados clásicos.

Pero hay una diferencia importante entre Jefté y nosotros. Dios escogió revelar el pasado de él para que todos lo pudieran leer, mientras que Él escogió esconder el nuestro para que nadie nunca pudiera saber los inadaptados colosales que somos en realidad. ¡Hablando de gracia!

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.