Hechos 16: 16—40; Filipenses 1: 12—18

Pablo manda los creyentes a tener una actitud de firme determinación. Les dice: «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el premio del Supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3:13, 14).

Hoy vivimos en un tiempo cuando muchas personas que hubieran estado en el lugar de Pablo recordarían el pasado con tristeza, preguntándose cómo habrían sido sus vidas si se hubieran dedicado a una profesión diferente. Pablo repudia al pasado y mira con confianza el futuro. Su firme determinación lo mantuvo enfocado en la meta suprema: agradar a Cristo hasta alcanzar la meta, a pesar de sus cadenas. Es la imagen de un corredor que, con firme determinación, se esfuerza por llegar a la meta del triunfo al final de la carrera. Pablo decía: «No miro hacia atrás. Me deshago del resto por alcanzar el premio». Una demostración de verdadera firmeza.

Ninguna oxidada cadena romana podía impedir que Pablo alcanzará la meta del premio de Cristo. Siguió adelante, sin parar, con la determinación de mantenerse centrado en su misión.

Le estaba leyendo mi esposa, Cynthia, un artículo de la revista Sports Illustrated, qué decía que un hombre de 90 años de edad, cazatalentos de baloncesto, seguía haciendo este trabajo para un equipo profesional. ¡Sí, el hombre tiene 90 años! Sigue viajando en aviones, examina los prospectos y regresa con un informe confiable. ¡Eso me encanta! Dice que cuando cumplió los 62 años no pensó en ningún momento en jubilarse. Eso se llama tener una firme determinación.

En alguna parte leí lo siguiente: «Nos maravillamos de la perfección anatómica de una pintura de da Vinci. Pero olvidamos que Leonardo da Vinci, para llegar a esa hermosa pintura, tuvo que dibujar más de miles de manos». Leonardo tenía esa misma firme determinación qué Pablo ejemplificó en Roma. Thomas Edison inventó la moderna bombilla eléctrica después de fallar mil veces en el intento. Según su propio testimonio, fue principalmente su firme determinación lo que le dio la luz incandescente al mundo, no su genio creativo de inventor.

Pero no estamos hablando de atletas universitarios ni de inventores geniales. Estamos hablando de un siervo de Cristo con una determinación firme. No hay una ruta fácil hacia la madurez espiritual. Esto no sucede de la noche a la mañana. Recuerde: es un proceso a veces fatigoso. Por lo tanto, no se tome la molestia de publicar un panfleto para revelar todos los obstáculos que está enfrentando. No se haga famoso por sus quejas. El apóstol dice: «Olviden el pasado; esfuércense por llegar triunfantes a la meta. Sigan corriendo». Desarrolle y mantenga una actitud de firme determinación.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.