2 Timoteo 4:9, 11, 16-17
Procura venir a verme pronto…solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio… En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta. Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció. 2 Timoteo 4:9, 11, 16-17
PADRE NUESTRO, RECONOCEMOS que te necesitamos y que nuestra necesidad de Ti no es algo parcial si no total. No es algo ocasional; es algo frecuente—especialmente hoy. Oramos por aquellos que luchan con el verdadero problema de la soledad. No es algo nuevo. Es algo que surge regularmente en cada generación. Oramos especialmente por aquellos que se encuentran solos por estar alejados de Ti. Te pedimos que los atraigas al conocimiento de Tu Hijo y que no encuentren ningún descanso, ni puedan conciliar el sueño hasta que hayan podido llegar a ese lugar de fe en Tu Hijo.
Gracias por satisfacer nuestras necesidades. Te pedimos que nos ayudes en lo que necesitamos hoy. Te pedimos que les des tu fortaleza a los que se sienten débiles y que les des tu poder a los que les hace falta. Te pedimos, Señor, que satisfagas las necesidades de nuestros corazones y nos permitas sobrepasar la soledad por tu gracia. En el nombre de Cristo, nuestro Señor y Salvador, nuestro Amo y nuestro Dios, oramos. Amén.
Véase también Salmos 25:16-17; 68:6; 107:4-6.
CONSTRUYENDO PUENTES
En el teléfono se le escuchaba una voz débil y temerosa. Mi corazón se quebrantó al escuchar lo que me contó: Sus padres no la querían desde antes de nacer. Cuando nació, la colocaron en una casa de adopción y la abandonaron. Después de varios años, ella decidió ir a buscarlos. Gracias a una increíble sucesión de eventos, logró encontrarlos una noche. No obstante, se dio cuenta que ellos todavía no la querían.
Sus padres la dejaron que se quedara por un tiempo, pero una mañana le dijeron que iban a adoptar a un bebé varón y que iban a «comenzar de nuevo». Ella, les dijo con voz quebrada: «No quiero entrometerme. Quizás sea mejor que me vaya». Su papá le respondió en ese instante: «Muy bien, te ayudaré a empacar». Desde ese terrible momento, ella ha vivido en las calles y no ha podido encontrar trabajo. Cuando me llamó, ella no estaba buscando ayuda ni lástima y al colgar me dijo que tenía que ir a encontrar un refugio antes que la policía la encontrara. Nunca olvidaré su voz.
Estoy convencido de que en nuestras iglesias tenemos personas que se sienten indeseables, olvidadas y solitarias. Y aunque parezca extraño, son las más difíciles de amar. Debido a su autoimagen repulsiva, es natural que ellas actúen repulsivamente. Su estilo de vida les aísla y con ello creen confirmar sus sentimientos. En vez de amar a esas personas por lo general las etiquetamos. En vez de cuidar de ellas, tendemos a criticarles. En vez de acercarnos, reaccionamos, nos molestamos, nos alejamos. Quisiera invitarle a que abra su corazón y también su hogar. Es difícil desarrollar amistades con sólo un apretón de manos en la iglesia o una sonrisa después que el servicio de adoración terminó. Amar al que es difícil de amar es riesgoso; se requiere tiempo y mucho esfuerzo. Pero, la disponibilidad no es opcional. Es esencial.
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.