El segundo Adviento – El regreso del Rey

El mundo será testigo de un evento glorioso e innegable. Cuando la oscuridad de la tribulación cubra la tierra y las fuerzas del mal se congreguen en el valle del Armagedón, el cielo se abrirá… y Cristo regresará.

La Tribulación – Cuando la tierra tiembla

Apocalipsis revela que solo quienes tengan la marca de la Bestia podrán comprar o vender (Apocalipsis 13:17). Aquellos que lleguen a la fe en Cristo durante este tiempo serán brutalmente perseguidos. Muchos entregarán sus vidas por negarse a adorar al falso sistema mundial.

El Arrebatamiento – Un encuentro en las nubes

Hay promesas que transforman la manera en que vivimos el presente. Una de esas promesas nos la dio Jesús mismo: «No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. En la casa de Mi Padre hay muchas habitaciones… voy a preparar un lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo, para que donde Yo estoy, allí estén también ustedes» (Juan 14:1–3, NBLA).

El misterio revelado — La era de la Iglesia

Un día, este paréntesis terminará con el arrebatamiento de la Iglesia. Hasta entonces, nuestro llamado es claro: vivir con santidad, compartir el evangelio y mantener los ojos en el cielo, donde está sentado nuestro Salvador.

Profecía en Panorama (Parte 2)

Dios no nos dio la profecía para saciar nuestra curiosidad, sino para purificarnos y fortalecer nuestra fe, motivándonos a vivir para Él hoy.

Profecía en Panorama (Parte 1)

Jesús nos dice que esto es sólo el principio. A medida que se acerque el fin, las guerras y los desastres se intensificarán. ¿Y aun así nos dice que no temamos? Sí. Porque Él ve todo el panorama. Conoce el plan redentor de Dios desde principio a fin.

Introducción: Un hombre para todas las épocas

Más allá de adquirir conocimiento sobre eventos futuros —por más importantes que sean— deseo profundamente que el ejemplo de vida de Daniel, su valentía y su integridad, dejen una huella imborrable en tu caminar con Dios.

Queremos alivio

“Señor, te doy mi vida, pero estoy muerto de cansancio por esta irritación, esta persona, esta circunstancia, esta situación incómoda. Me siento atrapado, Señor. ¡Quiero alivio, debo tener alivio!

El alma le pertenece a Dios

El alma le pertenece a Dios. Sólo Él puede satisfacernos en ese ámbito.
El alma posee un vacío ineludible en forma de Dios. Y no es sino cuando Él entra allí y lo llena que podemos tener paz por dentro; lo que es otra manera de decir: «Si Dios no está en el primer lugar, uno no puede manejar el éxito».